Holmis: “Yo hice todo el diseño de las plomerías, todo el ramal de los tubos, la alimentación del tanque de arriba, diseño aquí de la peineta de la tasa, del lavamanos, todo eso ahí, completo”.
Periodista: Así casi sin saludarnos, comenzó a explicarme parte de lo que él mismo había hecho en su casa, me pregunté ¿será porque nos conocemos bien? Pero… alguien llamó a la puerta, lo invitó a pasar y continuó con ese desenfado que las personas como él tienen, explicándome todo lo que ha hecho y cómo lo logró.
Holmis: “Eso pertenece a mi concepto de vida, a mi concepto de ser independiente, a mi concepto de estar insertado en la sociedad, a mi concepto de tratar de subsanar ese error de fábrica con que, a veces, uno nace y tú tienes que insertarte en la sociedad, esa ha sido la principal causa por la cual yo creo que he aprendido tantos oficios y hago tantas cosas, eso ha sido gracias a mi optimismo”.
Periodista: El hombre de los oficios le dicen algunos y en San Luis, pocas son las personas que no lo conocen. Llegar hasta su casa es fácil, Máximo Gómez entre Moncada y Maceo. Hasta allí fui para escuchar esta historia singular, cotidiana en esta tierra pero impresionante y, a veces, increíble para los foráneos.
Holmis: “Bueno, yo soy ciego de nacimiento, nací con los ojos cerrados y en la primera operación me los abrieron, eran ojos azules. La doctora se asombró y dijo ay! un mulato con los ojos azules (RÍE CON MALICIA).
Periodista: Y hoy Holmis, 48 años después montas bicicleta, pero además conoces muchos oficios.
Holmis: “Yo comienzo estudios en el año 77 en La Habana, estudios especializados de la Escuela Nacional de Ciegos, ahí curso desde preescolar hasta noveno grado, comienzo el Pre- Universitario aquí en San Luis en el curso 89-90, obtengo el primer lugar en el escalafón municipal y entre los tres mejores de la provincia. Opto por la carrera de Fisioterapeuta allá en La Habana y, al terminar, vine para acá. Ahí es cuando comienza la carrera de mis oficios (SE PONE BIEN SERIO Y ME DICE), la situación que tenía mi familia, con mi padre inválido, mi madre enferma y mi hermano menor ciego también, un hombre en plenitud de facultades tenía que trabajar, entonces veo que a mi alrededor lo que más se movían eran las bicicletas y digo, bueno, por aquí voy a empezar y para poder arreglar una bicicleta lo primero que tengo que hacer es saber montarla y en eso me ayudaron los muchachos del barrio, primero en la cuadra con alguien detrás y, luego, en todo el barrio.
Luego me iba con los muchachos del pre para el río, practicándome y me hice un profesional en la bicicleta, subía y bajaba de los bordillos, levantaba las ruedas y entonces dije, ahora voy a meterme en la mecánica y ahí estudié Mecánica en la escuela de oficio, me hice mecánico, trabajé como tal , me retiré de la empresa y vine para mi casa, monté mi propio taller, ya en ese tiempo estaba yo realizando estudios de tornería porque siempre me gustó fabricar las piezas que yo iba a poner, porque me encontraba con muchos defectos de quienes las fabricaban y dije, bueno si ya estoy en la mecánica voy a estudiar la tornería.
Periodista: Cómo pudiste aprender la tornería, un oficio tan rudo y de precisión.
Holmis: “Ah…pero ya yo tenía habilidades con el tacto, en ese tiempo conocí a Eurípides, mi mejor profesor, cuando llegué me acuerdo que él se asombró y me dijo: cómo te voy a enseñar a ser tornero a ti, le digo, bueno, vamos a probar, me dice bueno, yo necesito que tú me limpies el torno y le repares los defectos que tiene, si tú como mecánico logras hacer eso yo te enseño a tornear y le digo, qué tiempo usted me da para reparar y me dijo tómate una semana y yo se lo reparé en dos días y le digo bueno pruébelo y cuando él prueba el torno me dijo: ha quedado mejor que si lo hubiera reparado yo, te ganaste que te enseñe a ser tornero y de ahí trabajé con él y llegué a hacer trabajos muy difíciles, trabajos que los torneros viejos que me conocieron en ese tiempo me ponen la mano en el hombro y me saludan con respeto”.
Periodista: Eres cerrajero.
Holmis: “Siempre uno tiene una variante dos por lo que pueda pasar (SONRÍE) ese sí no lo fui a estudiar a ninguna escuela, yo no tengo límites en la cerrajería, cualquier tipo de trabajo de cualquier cerradura la puedo abrir perfectamente y repararla”.
Periodista: Cómo llega a ti la computación.
Holmis: (PICARO) “Ah… la computación, qué pasa, que yo veía que la informática venía arrasando con todo y digo, bueno, yo no puedo quedarme fuera, entonces yo trabajaba el día completo para mantener a mi niña , mi esposa, mi familia y por la noche después que comía, cumplía con todo en la casa, con mi esposa, y cuando ella me decía que tenía sueño yo le decía, ponme la ropa que me voy a estudiar, ella se alarmaba, cómo que a estudiar, y yo le decía, si, este es mi tiempo, yo duermo si yo quiero y entonces me iba, pedía permiso en el Joven Club de Computación, y me autorizaban a sentarme delante de una máquina a aprender hasta las tres o las cuatro de la mañana y terminaba a esa hora, iba para la casa, dormía una o dos horas y comenzaba a trabajar de nuevo en el torno que ya tenía en mi casa, así estuve prácticamente dos años, en ese tren de pelea (HECHA UNA CARCAJADA Y DICE), llegué a obtener todos los títulos que se daban en un joven club porque estudiaba por mi cuenta y recibía los cursos que impartían los profesores”
Periodista: Y cómo entraste al mecanismo de la computadora.
Holmis: “Qué pasa también con eso, me topaba por minutos a las personas quejándose de que la memoria no trabajaba, el disquete, se trabó y empecé buscando software para reparar estas cosas y me topé con otra barrera, había problemas que los software no reparaban y me dije vamos entonces a la mecánica de computadora y ya yo era mecánico, de ahí aprendí a abrir los discos duros, toda esta cosa física, tenía mi conocimiento, no muy profundo de lo que era la electrónica y entonces, para mí cambiar un filtro no era ningún problema y me dije, bueno aplicamos todo este conocimiento a la computadora y vamos cumplimentando un trabajo, hay muchas cosas que no puedo hacer, por ejemplo, yo no puedo trabajar con una estación de calor, es muy difícil, porque eso se hace difícil hasta para los que ven, porque tienen que usar una serie de instrumentos que yo no puedo usar, pero yo sí puedo cambiar un componente, en dependencia de su tamaño por supuesto. El discapacitado tiene que poner mucho de su parte para lograr esto”
Periodista: Cómo te ven las personas del barrio, las amistades y los desconocidos qué dicen cuando saben de todo lo que tú conoces.
Holmis: “Las personas cuando ven a alguien que hace algo fuera de lo común automáticamente lo comparan con un loco y entonces las personas cariñosamente me dicen, Holmis tú estás loco, compadre, cómo tú haces eso, ya me he acostumbrado, igual que la gente me dice que yo veo, y yo hasta me lo creo, porque es mejor creerme que veo que creerme que soy ciego, para mí es más factible (RÍE AMPLIAMENTE), yo disfruto eso”.
Periodista: Holmis, cómo te sientes tú con 48 años, conociendo esos oficios y teniendo salud para disfrutarla.
Holmis: “De corazón, yo me siento y soy un hombre feliz, pero no sólo eso, las personas que se encuentran a mi alrededor también tienen que ser felices, pues si no, hay que resolverlo”.
Periodista: Esto es sólo parte de la historia, su vida es mucho más rica, Holmis Reyes es ese vecino que muchos quisiéramos tener, que lo mismo te ameniza una fiesta con su guitarra o acompaña al sexteto donde toca el hermano con el bajo, que te hace un chiste o te arregla cualquier equipo defectuoso, solo les digo que aquí en San Luis, en la calle Máximo Gómez vive un ciego que lo ve todo.