Santiago de Cuba,

Frank, el pianista del templo

07 December 2024 Escrito por 
tomada del perfil de Facebook del Centro de Estudios y Documentación de la Lucha Clandestina Frank País.

Este 7 de diciembre se cumplen 90 años del nacimiento de Frank Isaac País García, el santiaguero que más legado dejó en el movimiento revolucionario; pero también en todos los que lo conocieron.

En su corta vida, que solo duró 22 años, sus acciones marcaron a este pueblo heroico, que lo recuerdan por sus numerosas hazañas a favor de los humildes y contra la injustica.

Tal vez su formación religiosa desde pequeño en la Iglesia Bautista, lo forjaron para repudiar esos crímenes y sentirse como defensor de la vida.

Frank País, no solo fue el Jefe de Acción Nacional del Movimiento 26 de Julio y el indiscutible líder de la lucha clandestina, sino también el hijo amoroso, el novio apasionado, el poeta, el pintor, el pensador, el artista, el devoto...

Tenía tiempo y espacio para todo, incluso para la reunión de los domingos en la Iglesia Bautista, esa a la que acudía por su fe, amor y esperanza.

Cuentan los que lo conocieron en este recinto que se deleitaba por largas horas frente al piano y mantenía una estrecha relación con el Reverendo Agustín González y su familia.

Porque Frank era un joven especial, inteligente, valiente, humilde, devoto y por supuesto maestro Normalista, profesión que defendía con orgullo.

Cuando su muerte, el 30 de julio de 1957, Adela Mourlot, esposa del reverendo Agustín González, en un escrito expone sus sentimientos ante la muerte del joven, a quien conocía desde su nacimiento por ser amiga de la familia y miembro de la congregación bautista.

Este escrito se convirtió en libro, titulado: Se extingue una estrella, y en el que describen rasgos y cualidades de Frank como: “su mirada soñadora, su boca de rasgos firme, su sonrosado color blanco, sus cabellos rubios, su voz reposada y serena”.

Otras características del “soñador” son reflejadas en la literatura como: “su porte humilde, aunque distinguido, que lo hacían acreedor del cariño de todos los que le trataban. Frank hablaba poco, era un ser meditativo y le gustaba al terminar su trabajo en el colegio, subir al templo y pasar largas horas frente al piano tocando y cantando dulcemente”.

Para la autora, Frank se compara con una estrella cuyo brillo no se apagaría jamás.

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Yanet Alina Camejo Fernández

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