La cotidianidad del santiaguero no es fácil. Las dificultades para acceder a alimentos y medicinas son palpables; sin embargo, la gente sigue creyendo en un futuro mejor. En las conversaciones en la esquina del barrio se escucha el deseo por un mundo sin discriminación, donde la justicia social y la paz sean una realidad. Estas aspiraciones no son solo palabras vacías; son el reflejo de un pueblo que sigue luchando por sus sueños.
Este año también ha sido testigo de actos de solidaridad más allá de nuestras fronteras. Los pueblos se han unido para condenar la violencia en Gaza, mostrando que el compromiso con los derechos humanos trasciende fronteras.
El día a día de los cubanos sigue marcado por la necesidad de enfrentar los retos diarios con creatividad y unidad. La historia de un grupo de jóvenes universitarios que se organizó para recolectar donaciones y ayudar a familias necesitadas en Guantánamo es solo un ejemplo de cómo, en medio de la crisis, la comunidad se fortalece.
Al mirar hacia el 2025, es vital recordar lo vivido y aprender de esto. No se trata de conformarse, sino de aspirar a un futuro mejor, donde el amor por la Patria y la esperanza sean motores de cambio. La lección de los fundadores de esta tierra rebelde resuena: no se debe soltar el machete antes de comenzar la batalla.
Es fundamental considerar nuevas iniciativas, cerrar etapas, distanciarnos de vínculos tóxicos y ambientes adversos, y planificar nuestras acciones para enfrentar los desafíos sin compadecernos, sin buscar excusas, y sin dejarnos abatir por el desánimo o las complicaciones. Podemos transformar la adversidad en una oportunidad, sin aprovechar las carencias ajenas ni elevarnos sobre el sufrimiento de otros; más bien, potenciando nuestras virtudes con perseverancia, sabiduría y empatía.
Sigamos esforzándonos por lo que deseamos y mantengamos viva la esperanza. Detrás de cada deseo, clarifiquemos nuestras metas de manera realista, sin renunciar a hacer posibles incluso las tareas que parezcan más complejas.
Este nuevo año no promete ser fácil, pero la determinación del pueblo santiaguero es inquebrantable. Con la frente en alto y un compromiso renovado, cada uno de nosotros puede contribuir a construir la Cuba que todos soñamos.
Que este enero nos encuentre trabajando juntos, con fe y esperanza, por un futuro más brillante. ¡Feliz 2025!