Clara se encontraba entre el 60 % de las cubanas que, antes del Triunfo de enero, acudían a las comadronas porque su situación socioeconómica no les permitía el acceso a hospitales y consultas de ginecobstetricia.
“Mi madre me contaba que cada vez que tocaba a la puerta de la comadrona tenía que responder a una contundente pregunta: ¿trajo los tres pesos?, que era el precio de tratar esos casos.
Mi padre tenía un salario mínimo en el central Santa Ana de Auza”, añadió la nacida en 1965, en la ‘Clínica de los Ángeles’ de la ciudad de Santiago de Cuba, y que ya no era exclusiva de la clase pudiente ni de los que recibían “los favores” de un político a cambio de votos o que, a costa de grandes sacrificios, se asociaban al Hospital.
En San Luis, su pueblo natal, solo había una Casa de Socorros y un médico municipal, “mi abuela materna, llamada Antonia, había muerto por una preeclampsia en el 1934 dejando huérfanos a cinco niños, en aquella época la mortalidad materna era de 130, por complicaciones de parto, aborto y la hipertensión en el embarazo”, destacó esta apasionada por la historia local que se integró desde muy joven a la Federación de Mujeres Cubanas, “y aprendí mucho de Vilma, cuyo ejemplo inspira todavía”.
En medio de un contexto tan adverso, “y de mucha desesperanza, mi padre se integra a la lucha clandestina, mi mamá lo apoya en actividades en San Luis y Palma Soriano; cuando triunfa la Revolución ambos se incorporan a las tareas, mi papá las asume en el Partido, estuvo en la constitución de su primer Comité Central y lideró la organización en San Luis, cuyo cuartel fue transformado en el Hospital Clodomira Acosta, donde trabajó mi tía Celeste y desde el que remitieron a mi mamá para que me diera a luz en Santiago.
“Soy sietemesina, pero la matriz de mi mamá pudo contenerme durante ese tiempo porque los primeros médicos que Fidel envió a los pueblos, algunos de ellos soviéticos, la atendieron de manera especial, al punto que pudo concebir también a un varón, nacido de ocho meses en el 1967 y que hoy goza de salud”.
Clara Larrea Suárez -Clarita para todos-, es fruto del amor de sus padres -que murieron con más de 90 años de edad-, y de un sistema de salud que, en el municipio de San Luis, en 2024, redujo a cero la mortalidad infantil y a una por cada mil, la materna.
“La Revolución que tanto defendieron mis padres ha sido la garante de esa proeza, en una situación también difícil, pero en la que el pueblo es la prioridad”, dijo con lágrimas en sus ojos, al tiempo que le satisface “que mis dos hijos hayan nacido en hospitales, haber disfrutado de una licencia de maternidad que hoy llega hasta 15 meses con su retribución monetaria, y no haber tenido la mala suerte de mis pobres abuelos”.
Cuando la vida humana se protege desde la concepción
Desde la Consulta de Planificación Familiar y Reproducción Asistida, “estamos enfocados en un embarazo exitoso, precedido por buenas prácticas y con el apoyo sustancial de psicólogos, enfermeras, genetistas y otros especialistas, expuso Leorkis Colás Stevens, responsable de esta consulta.
En este empeño por la vida y el futuro del país, el doctor Maikel Soca Muñiz, médico del Consultorio #10, visita a 20 embarazadas, “no pocas adolescentes de 13 a 17 años de edad, lo que de por sí es un factor de riesgo dadas sus características biológicas y psicosociales. Es uno de mis principales deberes como médico, sin descuidar todo lo demás que implica la atención primaria de salud”.
En medio de dichos menesteres, fue conducida una adolescente de 17 años, en situación de vulnerabilidad, “que ya tiene un hijo que nació con bajo peso, y, dada su condición mental, sostiene una conducta promiscua; hemos decidido ingresarla en el Hogar Materno Clodomira Acosta Ferrales, en cumplimiento de los protocolos”, refirió el joven galeno.
Un hogar de presente y futuro
Unos 15 millones de pesos fueron invertidos para la conversión del Instituto Politécnico Lázaro Peña González en un moderno Hogar Materno, “con capacidad para 50 camas -algunos cubículos climatizados-, y los servicios estomatológicos y de extracción de sangre; así como de nutrición, psicología, cinco médicos y un especialista en ginecobstetricia y perinatología”, precisó la doctora Nidia Olivera Revilla, que dirige el ‘Clodomira Acosta’.
Hasta esa institución de salud llegó el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en mayo de 2024, “a cinco meses de su inauguración, para nosotros la visita patentizó el resultado y reforzó el compromiso con al Programa Materno Infantil”, rememoró Olivera Revilla.
“Lo realizado aquí demuestra cuánto podemos hacer en función de la salud de nuestro pueblo, solo resta organizar los recursos humanos y materiales para que el servicio sea de excelencia”, enfatizó el mandatario.
“Aquí es muy buena la atención médica, los alimentos deliciosos, no faltan la leche, la carne y las verduras, tampoco las frutas. Tengo cuatro meses de un embarazo de riesgo de parto prematuro; este va a ser mi cuarto hijo”, comentó la joven de 27 años Beatriz Lara Pender.
Sadaine Montero Díaz, de 20 años, será madre primeriza, “vine confiada a este Hogar y de manera voluntaria, una amiga me había dicho que las condiciones son muy buenas, pero que eran muy rigurosos en el cumplimiento de los protocolos, otra amiga se estaba negando a ser ingresada hasta que comprendió el riesgo que corría su vida y la del bebé. Ya estoy en las 32 semanas, pronto lo tendré en mis brazos y dándole lactancia materna exclusiva, como me insiste la doctora”.
En los pases de visita colectivos, que se realizan todos los lunes, “evaluamos cada uno de los casos, nos acompañan los trabajadores sociales porque una gestante procede de un hogar y ahí tiene sus situaciones; procuramos que sean resueltas en la medida de las posibilidades”, aseguró Liuba Santana Pérez, psicóloga del Hogar.
“La atención psicológica es imprescindible, aquí hemos tenido adolescentes de 13 años, mujeres en situación de vulnerabilidad, otras cuya familia es disfuncional; como mínimo le prestamos 45 minutos de atención en la consulta o, incluso, en el propio cubículo. También nos enfocamos en que las relaciones interpersonales de las pacientes, los profesionales y el personal de servicio sean las mejores para que, de alguna manera, prime el ambiente familiar”, enfatizó la psicóloga.
Ni por un instante, el equipo multidisciplinario se desentendió de la adolescente que el doctor Maikel trajo, “incluso con intentos suicidas. Ya contactamos con otras instituciones, los factores de su comunidad y la Comisión de Atención de Prevención y Atención Social, ya forma parte de las 25 pacientes que tenemos”, manifestó la responsable del hogar.
Esta institución de la Salud se ha convertido en una de las prioridades del sector cooperativo-campesino, la leche, las carnes, las viandas, frutas, vegetales e incluso ropa y otros avituallamientos son donados de manera regular, además, por medianas, pequeñas y microempresas del sector no estatal.
“Eso da un valor extraordinario a nuestro trabajo, siento un orgullo y compromiso inmensos”, reveló Yoandri Clavijo Vega, joven usufructuario que donó, entre otras cosas, “frijol, calabaza y leche de vaca”.
No obstante, los logros implican mayores compromisos y un mejoramiento constante del Pami, con la integralidad como premisa y los vínculos estrechos entre familias, comunidades, instituciones para que, más allá de las estadísticas, la satisfacción sea tangible en el nivel y la calidad de vida de madres e hijos.
Que la experiencia sanluisera se multiplique en todos los municipios de Santiago y en otros del país, donde las cifras hablan por sí solas, es imprescindible para que el Cuba por la vida continúe siendo un modo de hacer.