Santiago de Cuba,

Entrega y dedicación para los niños en Idiomas de amor

22 May 2025 Escrito por 
Fotos: Autora y Santiago Martí

Enclavada en la comunidad de Las Flores, del poblado de El Caney, en Santiago de Cuba, la casita infantil “Idiomas de amor” se erige como sitio seguro no solo para el cuidado de niños y niñas de la primera infancia, sino también como espacio propicio para el desarrollo de sus habilidades y conocimientos.

“Esta institución educativa desde su surgimiento ha beneficiado a varias familias de la Facultad Preparatoria de la Universidad de Ciencias Médicas (antiguamente Escuela de Trabajadores Sociales), los centros laborales cercanos como la Empresa de Equipos Médicos (Retomed), la Unidad de Base de Plantas Medicinales, instituciones del Ministerio del Interior y personas de la comunidad”.

Así lo expresó la Dra. Margiolis Valdés, especialista en Medicina General Integral, diplomante en Pediatría y decana de la entidad, creada para la formación idiomática de los profesionales de la salud que cumplirán misiones internacionalistas.

Idiomas de amor” cuenta con dos salones multiaños, el de infancia temprana y el de infancia preescolar, cada uno con capacidad para 30 pequeños, y además posee una plantilla de seis educadoras, una de ellas máster; cinco auxiliares pedagógicas, dos pantristas, dos gestoras o auxiliares generales, y una enfermera.

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“Aquí la dinámica es muy acogedora tanto para niños y niñas como para las familias, porque a las “seños” las caracteriza el cariño, la atención y el buen trato hacia los menores”, sentenció Valdés.

Leonis Carbonell, padre del pequeño Anthony Karlos de 2 años de edad, manifestó sentirse muy agradecido con la experiencia, debido a la garantía que brinda para su vida laboral y comentó el impacto de esta variante educativa:

“En poco tiempo en el centro es palpable el gran progreso del niño, nos sorprende con todo lo que ha aprendido, la manera en que conversa, señala, comenta… resulta gratificante ver su evolución cognitiva.

“Mi esposa y yo formamos parte de la Empresa de Servicios Portuarios del Oriente, donde se trabaja 24 horas –precisó-, y cuando concluyó el tiempo de su licencia por maternidad, comenzamos a buscar un lugar cercano y con las condiciones necesarias para mantener al niño seguro y poder trabajar, entonces surgió esta casita y, sinceramente, agradecemos la iniciativa.

“El intercambio con las educadoras es constante y necesario para saber qué aspectos mejorar, por eso resultan importantes las actividades conjuntas en las que como padres aprendemos también a escuchar a nuestros hijos, a darles protagonismo, a dejarlos hablar, participar y dar opiniones”, significó.

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Para Yailié Daudinot, madre de Ashley Malena y Ryan Kaleb, de 1 y 3 años, respectivamente, la mayor grandeza de la casita infantil son las educadoras, por el amor y la confianza que transmiten: “ellas constituyen el primer beneficio para los pequeños y las familias”, dijo.

“Al conocer que abriría esta institución vi la luz, como se dice en el argot popular, porque en ese momento al niño no se le había otorgado el círculo y ya estaba embarazada nuevamente, por eso me acerqué a la facultad a averiguar, tuve una buena acogida y me dieron la facilidad de matricularlo”.

Como trabajadora del sector de la salud, “Idiomas de amor” implica una gran ventaja, aseguró la fisioterapeuta, ya que le ofrece la tranquilidad y la garantía de que sus hijos se encuentran en buenas manos, así puede dedicarse a su labor que requiere de concentración y entrega, pues contribuye a la rehabilitación de pacientes con accidentes cerebrovasculares, quienes necesitan apoyo emocional.

En la tarde, al recogerlos, los encuentra contentos, saludables, llenos de vida, ve en sus rostros el transcurso de un día feliz, y eso, según comentó, la llena de satisfacción.

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Por su parte, Sureysis Frómeta, jefa del nivel educativo Primera Infancia en el municipio Santiago de Cuba, explicó que todo lo relacionado con las casitas infantiles en el país se recoge en la Resolución 58 del 2021.

“Para nosotros ha sido un reto extraordinario la creación de estas instituciones en el territorio, en aras de solucionar una parte de la demanda de círculos infantiles existente, gracias a ellas estrechamos relaciones con los diferentes organismos y organizaciones, tanto en su capacitación como en la búsqueda de alternativas para las madres trabajadoras y estudiantes con descendencia”, refirió.

De acuerdo con Frómeta, los proyectos educativos se construyen de manera conjunta con todos los agentes y agencias del entorno, y surgen de las necesidades de quienes laboran en las propias entidades, lo que ha unido mucho más al sector con las comunidades, las empresas y el gobierno.

“Hemos tenido que mover educadoras de círculos infantiles a las casitas y hoy tienen otras vivencias y desafíos, como atender salones multiaños. Para eso se potencia la preparación metodológica concentrada y diferenciada que se les ofrece.

“Ya suman 12 en el municipio y próximamente abriremos otros centros similares para seguir extendiendo la modalidad hasta que todas las madres santiagueras, trabajadoras del sector estatal o no estatal, tengan un lugar donde dejar seguros a sus hijos con la atención educativa que merece un niño cubano de la primera infancia”.

Significó que “Idiomas de amor” constituye una de las instituciones beneficiadas con el proyecto “Casitas infantiles, contribuyendo al desarrollo integral de la primera infancia, la conciliación familiar y la corresponsabilidad en Cuba”, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el cual apoya la implementación de este tipo de entidades en el país e incluye, tanto donaciones de recursos para mayor confort de niños y trabajadores, como el acompañamiento y preparación metodológica de las educadoras, pues la labor de las “seños” es fundamental para lograr ese desarrollo integral de los menores.

Karelia Godilla, responsable del salón de la edad temprana, compuesto por pequeños de segundo y tercer años de vida, comenzó su vida laboral en un círculo infantil y es una de las fundadoras de la casita “Idiomas de amor”, donde, según refiere, tiene la oportunidad por primera vez de acoger a los niños desde la adaptación.

“Ha sido maravilloso el proceso, ahí sí se percibe el cambio… a veces llegan llorando por no querer separarse de sus padres y con nuestro trabajo logramos que en poco tiempo los saluden en la puerta, les digan adiós y se queden contentos, eso dice mucho de la atención, el cariño y la dedicación que les brindamos”, expresó la educadora.

“Espero que esta experiencia de las casitas infantiles no se detenga -y argumentó-: la práctica ha demostrado que la iniciativa funciona y que beneficia tanto al niño como a su familia”.

Consideró que existen muy pocas diferencias entre estas entidades y los círculos, la planificación del día es similar, todo se organiza desde que amanece en función de los menores: recibirlos, orientar a las familias de las actividades de la jornada, la gimnasia, el juego, los procesos de merienda y almuerzo…

Parafraseando al más universal de los cubanos, José Martí, concluyó Godilla: “Para los niños trabajamos, no tenemos dudas de que ellos son los que saben querer, somos conscientes de que tenemos en las manos la esperanza del mundo, porque estamos formando a los hombres y mujeres de mañana”.

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Odette Elena Ramos Colás

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