Santiago de Cuba,

La bodega es asunto de todos

19 July 2025 Escrito por  Yamilé C. Mateo Arañó
Escambray

Cuando mi amiga se enteró de que habían robado en su bodega la noche anterior, su primera reacción fue llevarse las manos a la cabeza. Luego lloró, golpeó la pared, se reclamó a sí misma, y hasta alguna palabrota se le escapó.

Ella no había sacado las últimas libras de arroz que llegaron hacía unos días porque todavía tenía en casa.

Y lo sucedido era la certeza de perderlas para siempre, porque la Empresa de Comercio ha aclarado en los últimos tiempos que no existen los recursos para reponer los robos en estas instituciones.

Y estos han aumentado indudablemente debido a los momentos de crisis que vivimos y a personas inescrupulosas que prefieren delinquir a ganarse la vida de manera honrada. Sin embargo, pienso que desde las comunidades podemos hacer mucho más.

La primera acción recae en la responsabilidad individual de cada familia, de ir a buscar en el menor tiempo posible los alimentos que lleguen, en casa estarán más seguros.

Es cierto que los horarios laborales a veces lo impiden o queremos escapar de largas colas, aunque podemos apoyarnos de vecinos o de la posibilidad que ofrece la FMC en cada comunidad con el sello de Plan Jaba en la libreta de abastecimiento, para beneficiar a las familias trabajadoras.

Por otro lado, es importante que cada administración de las bodegas posibilite los pagos por las plataformas electrónicas, porque en ocasiones buscar dinero en efectivo puede demorar el tiempo para acudir a estas.
Lo otro depende del compromiso que sintamos con los bienes sociales.

No siempre existen custodios para cuidar los alimentos que quedan en los almacenes, y la responsabilidad debe comenzar desde el colectivo laboral. Un administrador o un trabajador no debería dormir tranquilo si sabe que su entidad está desprotegida o tiene lugares vulnerables a ser violentados.

Se pueden organizar guardias obreras o recorridos en diferentes horarios con los que viven cerca, en momentos de mayor riesgo o los fines de semana.

Otro detalle, y creo es el más importante, es el papel de la comunidad. Ninguna bodega está apartada de esta. Siempre hay personas cerca atentas a lo que llega y casas que colindan con estas entidades. O en el caso de centros urbanos como el Abel Santamaría, el José Martí o repartos como Versalles donde existen supermercados, o los rodean edificios con gran visibilidad a estos.

Por eso es imposible apartar nuestra mirada de este centro a cualquier hora del día y no podemos pensar que cuidar de los bienes que allí se resguardan no es nuestro problema. Sí lo es, es asunto de todos.

Asunto de las organizaciones de masas y políticas de la comunidad donde está enclavada, asunto de quienes se sientan en sus alrededores para expender sus productos, asunto de quienes aprovechan los bancos que rodean las bodegas o supermercados para conversar o esperar que llegue el producto que anunciaron por los medios, asunto de los vecinos que pueden alcanzar la entidad con una mirada desde sus ventanas o balcones, de quienes se sientan a jugar dominó en la esquina, de quienes tienen negocios cercanos que trabajan hasta la madrugada… asunto de todos, porque lo que hay dentro es el alimento de la población, escaso por demás en estos tiempos, y nadie merece quedarse sin el suyo. Ni que otros lucren con el ajeno.

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