Su historia, compartida con Sierra Maestra, es un testimonio sobre los mitos, las barreras, en ocasiones la falta de apoyo real y la fortaleza que implica sostener la lactancia en una sociedad que, según dice, parece haber olvidado su esencia biológica.
“Crecí sabiendo que fui amamantada hasta los 2 años. Somos mamíferas; es la forma biológica y natural diseñada para nuestra especie”, afirma Claudia. Sin embargo, su decisión chocó con un sistema sanitario que, según ella, solo vela por “recién nacido vivo y madre viva”, relegando la lactancia a información pasiva en “pancartas colgadas en las paredes”.
“Algunos familiares sugirieron leche sustituta ‘por si fallaba’... Ahora sé que hay poquísimos casos reales de hipogalactia (baja producción). Lo que existe es mala técnica porque hemos dejado de transmitir este conocimiento”.
Las primeras horas después del parto fueron críticas: su bebé apenas succionaba. La respuesta hospitalaria fue “llevarlo urgentemente a neonatología. Nadie me explicó cómo lograr que se prendiera al pecho”. Claudia denuncia una práctica común y dañina: “La separación madre-bebé postparto entorpece muchas lactancias”.
Su convicción personal fue su mayor arma: “Estaba aferrada a alimentarlo exclusivamente 6 meses”.
Enfrentó grietas por mal agarre, que creyó normales, hasta que descubrió una verdad crucial: “¡Amamantar no debe doler! Si duele, hay mal agarre y se puede corregir”.
También sufrió obstrucciones mamarias, resueltas con la succión del bebé. Su mensaje es claro: el dolor no es un rito de paso, es una señal de alarma.
Reconoce que el proceso llega a ser agotador, " y a medida que nos vamos reincorporado a la vida social no siempre estamos disponibles. Las mamás también necesitamos espacio y en ocasiones la demanda nos supera, pero con información y apoyo, si desea continuar, es posible".
El sostén familiar fue vital: “No hice nada los primeros 6 meses más que alimentar a mi bebé, aunque sé que no todas las madres cuentan con ese apoyo”. Destaca otro pilar: la Liga de La Leche en Cuba (https://www.facebook.com/LigadeLaLecheCuba).
“Líderes con formación amplia, empatía exquisita y, sobre todo, el apoyo madre a madre en grupos de WhatsApp”. Ahí aprendió la clave que el sistema de salud no le dio: "La mayoría de las mujeres ES capaz de producir la leche necesaria. Solo requiere buen agarre y libre demanda”.
Claudia amamanta sin pudor en público: “Es un acto natural. Los senos son para eso; quien vea otra cosa debe atenderse con un psicólogo”.
Y para ella representa una “satisfacción y conexión inigualables”. Su cuerpo lo vive como un poder: “Miraba a mi bebé y pensaba: ‘¡Todos esos kilos salen de mi leche!’. Las mujeres somos increíbles”. Aunque extraña dormir sin dar teta o salir sin pensar en la ropa accesible, sabe que es una etapa y que “el vínculo y el aporte marcarán a mi hijo de por vida”.
Aboga por combatir un mito persistente y dañino: “El que más me duele es que algunas somos ‘superdotadas’ con mucha leche y otras no. La realidad es que más del 90% de las mujeres puede amamantar con suficiente leche. Solo enfermedades puntuales afectan la producción”.
Y exige cambios concretos: “Nuestra sociedad tiene una fortaleza: el exhaustivo seguimiento a embarazos. Esa es la oportunidad perfecta para enseñar y derribar mitos a futuras madres y familiares”.
Su consejo para las madres que inician, y el que le hubiera gustado recibir al comienzo del camino, es que "Toda la leche que tu bebé necesita la vas a producir. Confía en tu cuerpo y en tu instinto”.
Y al cerrar, define el valor profundo de su experiencia: “Seguir dándole vida a mi hijo con mi propio cuerpo es lo más valioso que he hecho. Proteger con amor y alimento a un ser tan especial es único”.