Yoel Cipriano recuerda reapear desde los 8 años de edad, no tuvo ninguna influencia cercana, sino que nació de su propia inspiración. Primero incursionó en la poesía y pasó mucho tiempo para que se adentrara en este género, sin imaginar que en la ciudad, pudiese encontrar con quien compartir, más allá videos en las redes sociales, bajo el nombre artístico "Ole Rima".
Fue hace un año, cuando caminaba por la Posta Tres de Ciudad Escolar 26 de Julio que escuchó a alguien hacerlo, desde uno de los balcones, el respondió de forma improvisada, y así comenzó su primera batalla. Muy pronto surgiría la amistad y se formaría un movimiento de fans de este arte.
Las batallas comenzaron a hacerse en el parque de Madre Vieja, "tú sabes cómo es eso, este avisó al otro y las personas nos veían, se embullaban, hasta que logramos tener espacios en Cultura y algunos bares de la ciudad”.
Las risas, los ufffff, las rimas que llaman "durísimas" acompañan a los raperos. A veces, parecen sofocarse más que la tierra caliente, incluso quien no frecuenta el espacio puede imaginar que se armará una pelea de gallos, pero no pasa de ser la interpretación de un papel.
Se suben al ring, ¡tiempo! uno alardea, el otro contesta, integrantes de todas las edades, el encuentro tiene más espectadores que músicos.
Más de 50 personas presencian aquellas escenas cada martes, parece surrealista que de forma voluntaria, mantengan la cita semanalmente.
Unos filman algún que otro fragmento, mientras los "boxeadores de las rimas" se debaten el podio. ¡Pongan un tema! -gritan-, y lo mismo improvisan con nombres de ciudades, personajes y autores de la literatura, que se deja escuchar alguna chabacanería o un cubanismo.
"Hacer rap no es facil" -dice-, y pienso que Cipriano tiene razón, no me imagino en medio de aquel grupo iniciando una batalla, -aunque aún no hemos visto por allá ninguna rapera santiaguera.