Santiago de Cuba,

La batalla que no cesa

25 November 2025 Escrito por  David Alejandro Medina Cabrales

Aún respira el olor a tierra mojada y madera fresca quebrada. Los días de zozobra lentamente comienzan a ceder, pero la huella del poderoso huracán Melissa permanece grabada en el paisaje santiaguero, un ejemplo de la fuerza desatada y de la titánica tarea que ahora ocupa a todo un pueblo. Lejos de la resignación, esta tierra indómita se ha vestido de valor y, en una muestra conmovedora de unidad, libra una batalla sin cuartel por regresar a la normalidad.

La recuperación avanza con un impulso firme y decidido. En la más reciente reunión del Consejo de Defensa Nacional realizada en esta urbe, presidida por el Presidente de este órgano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, se constató el progreso en los esfuerzos, con especial énfasis en dos servicios vitales para la población: el restablecimiento del servicio eléctrico y la disponibilidad de agua potable. Son las prioridades que marcan el ritmo de esta compleja fase.

Por calles y comunidades, desde los repartos más afectados hasta los intrincados parajes de la geografía santiaguera, se multiplica el trabajo tesonero. Hombres y mujeres del pueblo, codo a codo con los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior, forman un ejército de voluntades dedicado a sanear lo destruido. Con machetes, palas y las propias manos, despejan vías aún obstruidas por el follaje de árboles centenarios que cedieron ante el embate del viento.

En esta épica por la vida, los trabajadores eléctricos y de comunicaciones se convirtieron, una vez más, en héroes anónimos. Llegados desde diversas provincias, desafían la complejidad del terreno y la magnitud de los daños para devolver, en el menor tiempo posible, la luz y la voz a quienes permanecen en la oscuridad y el silencio.

Queda un largo camino por recorrer. Pasarán semanas, tal vez meses, antes de que las cicatrices de Melissa se cierren por completo. Sin embargo, en el rostro sudoroso de un trabajador, en la mano solidaria que ofrece un vaso de agua y en la determinación inquebrantable de un pueblo que se niega a ser doblegado, late la convicción más firme: Santiago de Cuba no está sola, y en medio de la adversidad, ha encontrado en su propia unidad la fuerza para renacer.

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