Ella reside en el Centro Provincial de Protección a Personas con Conducta Deambulante, inaugurado el pasado 8 de marzo como Unidad Presupuestada Adscripta al Gobierno Provincial del Poder Popular, “que destinó 10 millones de pesos para sufragar sus gastos, en función de la atención integral a todos los que llegan a nuestra sede, ubicada en locaciones del otrora Hospital Psiquiátrico de El Viso, en el municipio cabecera”, precisó Oliana Hierrezuelo Marcillí, directora de la institución.

Nuestro Estado socialista de derecho y de justicia social asume el garantizar la protección “a las personas sin recursos ni amparo, no aptas para trabajar, que carezcan de familiares en condiciones de prestarles ayuda; y a las familias que, debido a la insuficiencia de los ingresos que perciben, así lo requieran, de conformidad con la ley”, según la Constitución en su Artículo 70.

De manera que, con la creación del Centro, “se cuenta con las condiciones y el personal necesario para una atención integral, porque no solo atendemos, aquí protegemos”, sentenció Hierrezuelo Marcillí.

Causas y efectos

Las complejas relaciones económico-comerciales que imperan en el mundo y, sobre todo, las consecuencias de más de 65 años de bloqueo, que nos laceran en el orden económico y social, unidas al impacto de la covid-19, han detonado la proliferación de las mencionadas conductas.

En nuestras ciudades, pueblos y comunidades se ha hecho común ver a esas personas a cualquier hora del día y de la noche: sucias, descuidadas, con ropas raídas, mendigando y buscando qué comer en lugares inimaginables. La mayoría pernocta en diferentes sitios, sus rostros esconden historias muy duras, caracterizadas por el abandono y la desatención familiar.

José María López Lledín, el célebre Caballero de París, fue un personaje rodeado de leyenda y misticismo que deambuló por La Habana, procedente de España. En nuestro Santiago también existieron y existen protagonistas icónicos de la calle como el ya fallecido Doctor Vitamina, Jaqueline, entre otros, que con sus desatinos se han vuelto parte de la cotidianidad.
Informes fechados en 2024 reflejan que en Cuba reciben atención en los Centros de Protección Social alrededor de 3 700 personas, con el porciento de hombres superior al de mujeres, en edades entre 41 y 59 años.

De igual manera, la Ministra de Trabajo y Seguridad Social, Martha Elena Feitó Cabrera, recordó que tal conducta es un trastorno del comportamiento humano multicausal, caracterizado por inestabilidad e inseguridad del lugar de permanencia, carencia de autocuidado y autonomía económica.

Cuando la pasión los une

A Mirna sus 50 años le pesan como una centuria, “desde que mi mamá falleció yo caminaba sin rumbo, durmiendo donde me cogiera la noche, recibiendo burlas, rechazo y también algún dinerito”.

Para César, oriundo de Cayo Granma, “la vida ha sido difícil, pero ahora vivo en mi casa, que es el Centro que está en El Viso; invito a otros para que su situación mejore, como lo ha hecho la mía”.

Liety Solas Benavides se formó en el Programa de Trabajadores Sociales, que incidió en el mejoramiento de la calidad y el nivel de vida de la población.

“Luego me gradué como sicóloga y continué como trabajadora social, pero el fallecimiento de mi niña a los cuatro años, en medio de la covid-19, me hizo jurar que serviría más fervientemente a los demás”, relató, mientras las lágrimas recorrían sus mejillas, la hoy Coordinadora del Grupo de Prevención del consejo popular Heredia, a la que Mercedita -una de las beneficiadas-, ha apodado como madrina.

De acuerdo con Liety, “esta situación no siempre es sinónimo de pobreza, en una ocasión vi a un familiar muy allegado en estado de embriaguez durmiendo en Plaza de Marte; eso reforzó lo que hoy es mi vocación: ayudar”.

Las principales autoridades políticas y gubernamentales de la provincia forjaron, con el concurso de otros factores -especialmente de las comunidades-, lo que de manera primigenia se nombraría Enramadas en Revolución, “y que teníamos que hacer con la pasión y entrega que los santiagueros le ponemos a tales empeños, de ahí el nombre”.

Así surgió el Proyecto Con-Pasión, con sede en Heredia y Peralejo, al que se han integrado unas 50 personas que sí tienen vivienda, pero que carecen o no son atendidos por sus familiares, y se acogen al régimen de semi-internos.

Los sectores no estatal y cooperativo-campesino, las escuelas e instituciones culturales y deportivas se han sumado a Con-Pasión, “es algo maravilloso, que demuestra cuánto podemos hacer en función de nuestra gente más necesitada; verlos sonreír satisface y enorgullece”, aseguró la instructora del Grupo Folclórico Infantil de la Casa de Cultura Josué País García.

“Aquí garantizamos desayuno, almuerzo, meriendas, el avituallamiento de ropa y calzado, la atención médica, higiene y belleza”, detalló Annia Charles Peró, del Grupo de Prevención del Consejo Popular.

En toda la provincia se desarrollan acciones “que benefician a las personas que fueron identificadas y que se controlan al no tener amparo familiar; los adultos mayores pueden ser ubicados en Hogares de Ancianos y otras instituciones de la Salud, puesto que no pocos padecen de enfermedades psiquiátricas”, argumentó Annia Limonta Limonta, subdirectora de Prevención, Asistencia y Trabajo Social, en la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social (DPTSS) .

Paralelo a estas experiencias se perfecciona el Sistema de Atención a la Familia, en función de lograr mejor labor con los más de 5 100 beneficiados que tiene el Programa, a través de sus 126 centros, muchos de los cuales han sido objeto de procesos inversionistas, hasta en las zonas más intrincadas.

Yasser Írsula Pérez, del Centro de Protección Provincial, se desempeña como asistente de 14 mujeres: “nuestro trabajo es sui géneris; prácticamente nos convertimos en la familia de cada residente. A mí me dicen tío o papá, me da alegría y a veces nostalgia, pues mi madre estuvo en una situación similar, padecía de esquizofrenia. Estar aquí, sirviendo, me hace sentir útil”.

Integralidad como premisa

Ernesto González Ojea, director de la DPTSS, acotó que “desde hace varios años existe un protocolo de atención a las personas con conducta deambulante y nuestro Centro ya tiene 80 residentes, y paulatinamente puede acoger a unos 200”.

El Programa se desarrolla en dos vertientes: la recogida que puede ser en las comunidades y en la calle a partir de la propia identificación que realizan los Trabajadores Sociales o los factores de la comunidad, luego son evaluados por un equipo multidisciplinario. Posteriormente son trasladados al Centro de Clasificación del Hospital Clínico Quirúrgico Dr. Juan Bruno Zayas.

La conducta a seguir, se determina tras los estudios socioeconómicos con el objetivo de reinsertarlos a su seno familiar: “al que se le hace un acta de notificación de responsabilidad; de incumplirse, debe aplicarse una medida. En caso de que proceda de otra provincia, se hacen las coordinaciones para su retorno”, manifestó.
En el Centro Provincial se garantizan los insumos, la atención médica y las actividades recreativas. En el caso de los mayores de 60 años son enviados a Hogares de Ancianos.

González Ojea, aclaró que los casos detectados “no son pacientes, porque llevan una atención y reglamento de vida diferentes, y pueden vincularse al empleo en el propio Centro”.

Asimismo, en todos los consejos populares y municipios funcionan las comisiones de prevención y sus grupos multidisciplinarios y multisectoriales.

Para mitigar el fenómeno

“La Ley 160 prevé que le corresponde a la Fiscalía el control de la legalidad, entre otras cuestiones, en el tratamiento a las personas en situación de vulnerabilidad, específicamente en el Artículo 12, inciso L”, expuso Ládenis Ricardo Soria, jefa del Departamento de Protección a la Familia y Asuntos Jurisdiccionales de la Fiscalía Provincial.

“Tenemos experiencias de casos en los que se comprobó que terceras personas habían afectado los derechos, sobre todo los relacionados con el patrimonio, la propiedad de viviendas y de determinados ingresos. Con la modificación establecida en la Ley 141, Código de los Procesos, la representación legal de estas personas corresponde al Defensor Familiar”, explicó la también especialista en Derecho Civil y de Familia.

No obstante, “realizamos visitas de control a los centros de protección social donde se encuentran acogidas dichas personas, que precisan de una evaluación multidisciplinaria para definir cuáles son las acciones y eliminar las causas y condiciones que motivan el acto de deambular”, concluyó la Fiscal.
En un Estado como el nuestro, la atención a situaciones como las descritas, no se deja para luego, sino para ahora.

A la Defensoría -estructura del Ministerio de Justicia-, le toca proteger, garantizar y procurar el restablecimiento de sus derechos, en tanto son vulnerables desde lo sociojurídico; a la Seguridad Social, proporcionar la asistencia necesaria; al resto de los órganos, instituciones, organizaciones y factores -especialmente a las familias-, encauzar proyectos que, al igual que Con-Pasión, provean ayuda material y afectiva a quienes aún quedan en las calles y no han sido acogidos como lo fueron un día Dolores, Mirna, César y Mercedita.

Urge que la sociedad toda identifique y comunique a los organismos que hoy se encargan de esta noble y humana labor, de aquel vecino, conocido o desconocido -que sin familia o ignorados por la que tiene-, desandan en las calles, duermen a la intemperie y precisan ayuda.