Era el niño que discutía con los profesores, el que levantaba la mano para cada pregunta, el que creía que con pura pasión se resolvían los problemas. Mis amigos me decían: ‘Oye, pero tú no sabes negociar’, y yo les contestaba con un discurso improvisado sobre por qué mi postura era la correcta.
El tiempo, ese maestro implacable, con sus golpes suaves y duros, me enseñó que el diálogo es el único camino para construir algo que valga la pena. ¡Y cuán cierta es esta sentencia!
Hoy, en las redes sociales pueden leerse comunicados en desacuerdo con las medidas de Etecsa y otros temas peliagudos; unos sobre la base del respeto, la coherencia y la justicia; otros con el objetivo de desunir, confundir y ofender.
Sin embargo, cuando los criterios vienen de inescrupulosos que buscan crear el odio entre cubanos y toman de escenario las carencias y limitaciones económicas que afrontamos, esas actitudes, aunque irritan y dan pena, no duelen tanto como cuando provienen de quienes hemos sido formados por la Revolución y bajo los principios y valores que enseñaron nuestros padres desde pequeños.
Por qué echarle la culpa de esto o aquello al Estado, el Gobierno y mucho menos a nuestro glorioso Partido. No juzgo a quienes emiten su punto de vista, criterios, desacuerdo y quejas de una manera respetuosa. Nuestros máximos dirigentes han demostrado que no son necesarias las agresiones verbales cuando en el diálogo se transforma, se construye, se fortalece, se encausan los problemas, se consolida la unidad y se preserva la Revolución.
Por estos días, el estudiantado santiaguero y nuestra Universidad de Oriente han dado pruebas de cuánto puede aportar el pensamiento colectivo; han salido a la luz propuestas y alternativas viables relacionadas con el perfeccionamiento de las más recientes medidas de Etecsa.
Y es que aquí, en el Alma Mater Oriental, no hubo ni habrá paro estudiantil, porque el diálogo propició la comprensión del tema, el intercambio con directivos, funcionarios, dirigentes y las máximas autoridades políticas y gubernamentales del territorio; se dio espacio a sugerencias y recomendaciones válidas.
Un ejemplo fehaciente es la creación de un grupo multidisciplinario que entre estudiantes, profesores e investigadores de diferentes perfiles y ciencias, junto a especialistas de la Empresa de Telecomunicaciones, permita realizar propuestas a partir de las medidas anunciadas para mitigar el impacto sobre los diferentes sectores.
¿Quiénes mejor que nosotros los cubanos para buscar alternativas, si lo hemos hecho en más de 60 años de Revolución?
En la UO, donde Mella sigue y seguirá siendo bandera, la Feu no es un campo de batalla, sino espacio para sumar, no para restar. La Revolución se defiende con trabajo, con ideas frescas, con la humildad de reconocer que a veces nos equivocamos y la valentía de rectificar. Yo confío en mi generación, con la certeza de que juntos podemos.