Más que un calendario de eventos, esta semana fue un torrente de creatividad que salió a buscar al público. Promotores, instructores y artistas aficionados llevaron con orgullo el espectáculo hasta las plazas, los barrios y cada rincón donde la vida cotidiana se convierte en un acto comunitario. Fue un regalo, ofrecido con la exquisitez de quien comparte lo más valioso: su pasión.
El escenario brilló con presentaciones de lujo. La energía telúrica del Ballet Folklórico Cutumba y el ingenio del grupo teatral Macubá se sumaron a un mosaico de actuaciones que reafirmaron la riqueza cultural del territorio. Pero esta fiesta también tuvo un nombre propio, un rostro que simboliza la entrega callada y fecunda: Ana Vivian Pérez López.
A ella, instructora de teatro con más de treinta años moldeando sueños en niños y jóvenes desde la Casa Municipal de la Cultura Manuel Armero Sánchez, se dedicó esta edición. Su hogar se convirtió, por un día, en el escenario más íntimo y emotivo, donde colegas y discípulos se reunieron para colmarla de amor, alegrías y el reconocimiento que su labor merece. Treinta años sembrando aptitudes y carácter: un legado que ya florece en varias generaciones.
Una semana que termina, pero cuyo eco —el de una comunidad que celebra, crea y honra a sus pilares— permanecerá, sin duda, hasta el próximo diciembre del 2026. Porque aquí, la Cultura no es solo un acto; es un latido compartido.