Santiago de Cuba,

Servir por hablar

09 August 2024 Escrito por 

“Uno es dueño de lo calla y esclavo de lo que dice”, versa un antiguo proverbio; sin embargo, en los procesos comunicativos, y aún más en los masivos, hay que hablar, y más que eso, y valga la redundancia, comunicar. Todo eso hay que hacerlo bien y, procurando ser asertivos, coherentes y honestos, evitando siempre la demagogia, un mal que ha lastrado a la política desde la Grecia clásica.

La vida, de alguna manera es comunicar a través de las palabras, de los gestos, de las acciones, y todo eso no es más que hechos. No servimos por hablar sino por lo que hablamos y hacemos; así pasa en la familia, en el barrio, en el trabajo, en la sociedad.

Unos son buenos oradores, otros extraordinarios ejecutando y haciendo. En ese sentido, nuestro José Martí, aseguró que “hacer es la mejor manera de decir” y él, que fue un magnífico orador, que convencía a la mayoría, en tanto los argumentos que mostraba eran prácticamente irrefutables decidió, como bueno, morir “de cara al Sol” en la bien llamada manigua redentora; antes había desarrollado una prolífica labor en función de la unidad para construir una Cuba “con todos y para el bien de todos”.

Fidel, quien a decir Raúl, fue permanente en la enseñanza de que “sí se puede, que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones si no desfallece su voluntad de vencer, hace una evaluación correcta de cada situación y no renuncia a sus justos y nobles principios”, tuvo un compromiso raigal con la verdad, al punto de que en el concepto de Revolución sentenció que “es no mentir jamás ni violar principios éticos”.

Precisamente, el Comandante en Jefe, después del triunfo de enero dijo unas palabras a los intelectuales, devenidas en principios de la política cultural del país y de la manera de hacer la política: “nosotros no le decimos al pueblo: ¡cree! Le decimos: ¡lee! (…) la Revolución le dice al pueblo: estudia, infórmate, medita, observa”. Le recordamos en sus múltiples intervenciones, intercambios, recorridos y visitas; siempre junto al pueblo, siempre explicando, escuchando y aunando voluntades.

La Revolución se hizo con acciones concretas que destruyeron al Batistato. La Revolución ha sobrevivido por su poder de resiliencia sin renunciar a los principios. La Revolución cubana, con sus líderes y cuadros a la cabeza, se enfoca en los problemas de la gente. El Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, insiste una y otra vez en que los dirigentes tienen que “estar constantemente en la base, porque van a ir buscando los problemas y las respuestas allí”.

El Presiente, también ha denunciado que el quien “se escuda en el escenario donde dirige, y se molesta mucho cuando alguien plantea algo que va contrario a lo que él piensa o a lo que él cree que está bien. La historia de la Revolución nos ha enseñado que, mientras más debatimos, salen mejores soluciones”.

De manera que la ética revolucionaria, insiste Díaz-Canel, exige cuadros “modestos y humildes, esas cualidades las aprecia mucho nuestro pueblo”; pero también de que todos los cubanos trabajemos juntos en función del desarrollo de la nación, no pocos están en las esquinas criticándolo todo y esperándolo todo. La Patria demanda que le tributemos palabras de bien “de réplicas y contrarréplicas, pero también de hechos y realizaciones concretas”, como aseveró nuestro Fidel.

 

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Luis Alberto Portuondo Ortega

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