El síndrome de Down es una condición causada por la presencia de un cromosoma extra en el par 21, lo que se conoce como trisomía 21. Aunque esto puede implicar ciertas características físicas y cognitivas particulares, las personas con síndrome de Down tienen capacidades, talentos y sueños que, con el apoyo adecuado, les permiten llevar una vida plena y satisfactoria.
Una historia con amor
Rosa María Carón González es madre de Hilda María Hernández Carón, una joven con síndrome de Down. Recuerda con claridad el momento en que recibió la noticia de que su hija nacería con síndrome de Down.
"El parto de mi niña fue por cesárea, un parto favorable porque la niña venía con sobrepeso, macrosómica, y eso fue la causa de la cesárea", relata. Sin embargo, la noticia de que su hija tenía trisomía 21 fue un golpe emocional. "Fue duro y difícil recibir esa noticia después de nueve meses esperando un parto normal, un niño saludable", confiesa.
En medio de la conmoción, Rosa María encontró fortaleza en su fe y en su determinación como madre.
"Lo único que pude decir fue: 'Bueno, eso fue lo que Dios me mandó, y para adelante'", recuerda. Con el apoyo de su familia, Rosa María comenzó a adaptarse a su nueva realidad. "Sí tuve que empezar con la ayuda de mi esposo, de mi familia, y fue fundamental. Tenía una niña, y la crianza era lo mismo, pero con características diferentes", explica.
Hilda María fue incorporada a una escuela especial desde temprana edad, donde desarrolló habilidades recreativas, educativas y culturales, cuenta Rosa María con orgullo. Hoy, la joven forma parte de la Acpdi (Asociación de Personas con Discapacidad Intelectual), donde continúa creciendo y desarrollándose.
En casa es una joven activa y colaboradora. "Para mí es una niña normal", afirma Rosa María. "Me ayuda en las cosas del hogar: pone la mesa, recoge los platos, limpia la casa, barre el patio. Le gusta cantar y bailar, y siempre está llena de energía".
Rosa María enfatiza que criar a un niño con síndrome de Down no es una tarea imposible. "No es una cosa del otro mundo. Es difícil, pero es una crianza favorable. Estos niños necesitan mucho cariño porque ellos son cariñosos", dice. Para ella, Hilda María es querida por todos en el barrio, en su centro de trabajo y en su municipio.
Con más de dos décadas de experiencia, Rosa María tiene un mensaje claro para otros padres: "Recomiendo a los padres que tengan un niño con síndrome de Down que recuerden que es un niño normal, pero con características diferentes. Estos niños son nobles y muy cariñosos. Hay que darles mucho amor, comprensión y educación, incorporarlos a la vida y a la sociedad para que no sean objeto de crítica, sino personas como las demás".
Rosa María agradece a su familia, a las escuelas y a las organizaciones que han apoyado a Hilda María a lo largo de sus 21 años. "Estoy orgullosa y contenta porque ella es el tesoro de la familia", dice con emoción. Su consejo final es claro: "No los tengan encerrados. Sáquenlos a la escuela, a actividades culturales y recreativas. Cada niño tiene talentos que deben ser descubiertos y compartidos con el mundo".
La historia de Rosa María y Hilda María es un recordatorio de que el síndrome de Down no define a una persona. Con amor, apoyo y oportunidades, las personas con esta condición pueden llevar una vida plena, contribuir a sus comunidades y ser fuente de inspiración para todos. En este Día del Síndrome de Down, celebremos la diversidad y trabajemos juntos por un mundo más inclusivo y compasivo.