Me explico: dividir pueblos por cuestiones económicas, étnicas, religiosas o el propio ejercicio del poder, son métodos comunes de los timoneles del imperio más poderoso de la historia, cuando necesitan anexarse territorios ricos en recursos naturales o alcanzar posiciones geopolíticas y militares ventajosas ante sus "enemigos" de turno. En eso lo más probable es que estemos de acuerdo.
Igualmente suelen esgrimir pretextos como supuestas amenazas a la seguridad de la unión, violación de los derechos humanos, riesgos para la vida de sus connacionales que están permanente o eventualmente en otro país, tildar a una nación de patrocinadora del terrorismo o de permitir el tráfico de las drogas que "casualmente" viajan hacia el Norte.
En todos los casos los supuestos villanos, es decir, los países que "alteran el orden internacional", terminan invadidos, con sus líderes legítimos presos en cárceles de Estados Unidos, linchados supuestamente por su propio pueblo, con las economías nacionales en ruinas, con enfrentamientos étnicos, en sangrientas pugnas por el poder o simplemente como Haití, si se trata de una nación que no es de interés para el imperio.
Usted dirá que el caso de Cuba escapa a todas esas suertes, sin embargo, pueda que no tenga en cuenta que el bloqueo económico, financiero y comercial al que nos someten es una acción de guerra, de hecho, la más larga recogida en los anales de la historia; por suerte la nuestra es también, la resistencia más firme y prologada.
Una vez expuestos estos elementos, estamos en condiciones de retornar a la situación planteada en el inicio de este texto, pues una política exterior basada en la violencia, la mentira, las ejecuciones extrajudiciales, así como la subversión del orden interior y constitucional de las naciones atacadas, no puede menos que reflejarse dentro de las fronteras norteamericanas.
Obviamente usted recordó la respuesta de los partidarios de Donald Trump, cuando atacaron la Casa Blanca instados por él ante la derrota electoral frente al no menos belicista Joe Biden; el actual uso inédito de la Guardia Nacional en varios estados de la Unión para conservar la seguridad ciudadana o la reciente muerte del activista de derecha Charlie Kirk.
Y sobre el tema del asesinato de Kirk, por ser el más reciente y trascendental episodio de violencia, dentro de los Estados Unidos, me voy a detener, pues más allá de lo que yo pueda exponer cito al la Corporación Británica de Radiodifusión BBC, cuando publicó en titular: "El asesinato de Charlie Kirk deja al descubierto la sangrienta fractura política de Estados Unidos".
Si ampliamos un poco más el espectro podemos citar las múltiples masacres en escuelas y centros de trabajo que no dejan de sorprender en un país cuyos indice de desarrollo, está por encima de la mayoría de sus homólogos del "primer mundo", todos esos son ejemplos de cuánto trasciende el uso de la violencia para resolver conflictos dentro del propio territorio estadounidense.
A estas alturas probablemente usted ya entendió el primer párrafo, pero si me va a preguntar por qué escogí a Estados Unidos cuando otros tantos países pueden aplicar como ejemplos, yo le respondo con otra pregunta. ¿Y por qué Estados Unidos escogió a Cuba para aplicar el bloqueo y asedio más prolongado de la historia? entonces estamos a mano.
Y es que la violencia tiene muchas más caras que una moneda cuando la tiramos al aire para escoger a un vencedor de forma fortuita, por tal razón, ante la histórica interrogante ¿Cara o cruz? nadie está seguro. Esa es la cuestión.