Nuevamente octubre trae vientos y lluvias de origen ciclónico, el pasado año la hermana provincia de Guantánamo recibió los azotes de Oscar y en 2012, hace casi 13 años, el Sandy arrasó a nuestra región con muertes y más de cien mil inmuebles con derrumbes parciales o totales. No pocos afirman que el paso de ese sistema meteorológico marcó un antes y un después en Santiago de Cuba por su negativo saldo socieconómico y en su connotación en la conciencia popular.

Aunque fue inmensa la labor recuperativa y sus positivos resultados, todavía hay quienes no tienen techo propio y duelen los nueve santiagueros fallecidos. Fueron meses de proezas para que este terruño indómito demostrara, una vez más, que ni un “leñador” de origen natural podía doblegarla. Hoy están los árboles renacidos y vigorosos, pero con el mismo peligro de ser derribados por los vientos de Melissa.
En cuestiones de este tipo no hay tiempo para el después. Nos toca actuar ahora para reducir al mínimo los riesgos y las vulnerabilidades tanto en las viviendas como en las comunidades, también los centros de trabajo, escuelas, hospitales y en las protección de los recursos materiales y en el sector Agropecuario.

Hay que ser proactivos, que no es más que permanecer activados -sin perder el control-, tomar decisiones acertadas para cada momento y, sobre todo, anticiparse a los acontecimientos. De nuestra parte están el eficiente sistema de la Defensa Civil y la experiencia histórica que incluye la preparación, el enfrentamiento y la recuperación de tales eventos meteorológicos.
Mantenernos informados por los canales oficiales no es suficiente, hay que cumplir disciplinadamente las medidas indicadas, prestar ayuda a los demás y prevenir todo cuanto se pueda para no lamentar. Melissa es otro ciclón de octubre -que junto a noviembre es un mes de alta actividad para este tipo de sistemas en la cuenca del Atlántico-, y lentamente se aproxima a la Mayor de las Antillas, donde sus autoridades y pueblo están informados y preparándose.