El Parque Nacional Sierra Maestra está formado por más de 17 picos que rebasan los 1.300 metros sobre el nivel del mar; aunque "Cuba" y "Suecia" alcanzan una altitud considerable, el Turquino se convierte en el rey.
Su flora y fauna es abundante, muchas endémicas; la temperatura promedio oscila entre 10-25 grados.
Muchos cubanos idealizan la aspiración de escalarlo, pero los primeros registros de visitas a su cumbre se remontan a 1860.
Unos pocos se aventuraban a subirlo, era una zona inhóspita y desconocida. Fue a partir de 1956 con la entrada del Ejército Rebelde que el Pico comenzó a convertirse en símbolo de libertad, desde entonces es una de las más altas aspiraciones de muchos cubanos.
Hoy el Pico Turquino recibe cerca de 12.000 excursionistas al año, quienes buscan fundirse con la naturaleza y la historia en lo más elevado de la Mayor de las Antillas.
Nadie crea que no existen los aventureros, los que andan siempre en busca de nuevas experiencias con el optimismo de cumplir metas y vencer dificultades. Bienaventurados quienes conservan el
idealismo, capacidad y espíritu de sacrificio, energía y confianza para dejar su impronta y presencia en el lugar.
Esta vez una tropa formada por 43 trabajadores de todo el país, pertenecientes a la Empresa Nacional de Campismo, simbolizando el nuevo aniversario de su fundación por el Líder de la Revolución
cubana, Fidel Castro, emprendieron viaje a Santiago de Cuba.
Luego de cientos de kilómetros recorridos desde el occidente, llenos de energía y portando la bandera diseñada para el cumpleaños, llegaron a La Mula, donde los esperaban sus homólogos de la “tierra caliente”.
Ellos ya habían cumplido su primer objetivo, visitar el Cementerio Patrimonial Santa Ifigenia, donde le rindieron tributo a Fidel y a los próceres de la Revolución.
Quienes los vimos arribar a La Mula, pensábamos que les sería muy difícil, levantarse a las 3:00 am., para alrededor de una hora y media más tarde, emprender viaje a Ocujal de Turquino, sitio donde comienza el anhelo de vencer el lomerío y reverenciar a Martí, pero como se dice: juventud, divino tesoro, casi todos se alistaron en el horario acordado.
Ellos con sus mochilas llenas de esperanza y con la seguridad de que se convertirían en triunfadores, abordaron el ómnibus, hasta llegar a la señalética que indicaba que ya estaban en El Parque Nacional.
A unos pocos metros en un pequeño bohío los espera un guía, quien dio las indicaciones y consejos para el trayecto. Según manifestaron a su regreso, cada kilómetro vencido era una meta
cumplida, por lo desafiante que se mostraban esos parajes. En el viaje, compartieron sudores, olores, agua, fuerzas, risas, llanto, suspiros de cansancio y satisfacción, finalmente fueron llegando de uno en uno a pesar de las difíciles condiciones del camino.
Llegó el momento de las instantáneas que aguardarán el recuerdo de lo vivido, comentarios buenos y malos sobre el ascenso, y la alegría del triunfo. Después de disfrutar el momento, el descenso, a sabiendas, según lo declarado por el guía, que podía ser más complejo.
Unos, llegaron a La Majagua con dolores musculares por el esfuerzo físico, ampollas, sudores y risas, otros cojos por las caídas en el recorrido, pero en sus rostros de vislumbraba que no perdieron la ternura ni tampoco la magia de lo vivido y la meta alcanzada.
Quienes cumplieron con su empeño de escalar la montaña más alta del archipiélago cubano que nos permitió escribir esta especie de crónica, quisieron, además, darnos sus criterios sobre su experiencia:
Luis Erey, vecino de La Mula: “Fue muy bonito, compartí viaje con compañeros de diferentes partes del país, fui de los primeros en
llegar arriba y de igual manera en el regreso, subí y bajé, estoy lesionado, me di un golpe en una rodilla producto de una caída. Se siente mucha emoción cuando uno sabe que ya estás en la cima, es
la segunda vez que voy, si nuevamente se me da la oportunidad vuelvo hacer el recorrido”.
Yusniel Salazar, de la provincia Granma: “Es algo muy importante y novedoso, es un producto turístico donde se entrelazan, historia y naturaleza y demanda de un gran esfuerzo. Sí tengo mucho dolor muscular, cuando uno viene descendiendo el esfuerzo es doble, la loma es muy empinada para quienes no tiene la técnica, le suceden estas cosas, espero para la próxima hacer el recorrido sin grandes contratiempos, porque si se me da otra oportunidad de llegar a donde casi se une el cielo con la montaña y reverenciar al Maestro, lo haré nuevamente”.
José Manuel García, estudiante de la Universidad de Oriente: “Fui el cuarto en llegar, son seis kilómetros que suman 11 ida y vuelta, y se hacen en unas seis horas. La vegetación muy bonita, sobre todo muchos helechos y flores silvestres, musgos, que por tramo se vuelven resbaladizos loma y arriba. En el Pico Cuba, una casa abandonada que creo fue en un tiempo un punto de descanso. Pienso volver, pero dentro de unos años”.
Camila López Ramírez, matancera, especialista de Recreación de la Empresa de Campismo: “Es el reto más grande que he realizado en mi vida por el esfuerzo que hay que hacer, muchas horas de esfuerzo y lo que más te motiva es cuando llegas allá arriba, las nubes, las lindas vistas que posee a pesar de los peligros del lugar. Me propuse llegar, pero en el kilómetro nueve pensé rendirme, pero me dije, si llegué hasta aquí, tengo que llegar al final. Creo que no vuelvo a subir”.
María Teresa García, de Mayabeque: “Subir al Pico, para mí fue una experiencia que no pienso volver a vivir, el límite de uno es la mente, es un esfuerzo físico y mental, el desgate es mucho, eso si te lo propones desde el principio de que puedes llegar seguro que lo logras. Hay momentos en que piensas que no puedes más, pero el deseo de llegar te empuja; es la experiencia única que me ha
puesto más a prueba en mi vida, pero creo que no volvería a repetir. Es un reto válido de ponerse a prueba, y nos identifica como cubanos”.
Los entrevistados y otros participantes opinaron que se le debe dar más condiciones al lugar si se tiene en cuenta lo angosto del camino, los peligrosos senderos, solo hay dos puntos para coger agua potable, se deben crear lugares para la acampada, y no hacer la travesía en un día, es muy apresurado el recorrido y no permite apreciar casi nada del lugar, ni disfrutar de las bondades naturales.que se encuentran en el camino.
Los guías deben tener una mejor preparación, las señaléticas deben mejorarse, hay que recordar que es un sitio histórico y es un destino turístico para nacionales y extranjeros. Por lo menos en cada travesía debía estar presente un miembro de la Cruz roja para cualquier emergencia médica.
También, expresaron que en los alrededores de los bustos de Frank y Martí sembrárseles flores silvestres, que abundan en el lugar, como homenaje perenne a esos grandes del proceso revolucionario cubano.