-- Siempre fue así, mis hijos mayores fueron a la escuela de la mañana a la tarde…, le responde reflexiva la interlocutora y le enumera una serie de argumentos que justifican su conformidad.
Conversaciones como esta han sido comunes en casas, centros de trabajo, paradas de ómnibus, en estos primeros días de septiembre, cuando la alegría del inicio del nuevo curso escolar vino envuelta en la polémica en torno al hecho concreto de que la Secundaria Básica retoma el modelo educativo que define sus esencias como enseñanza, el que estuvo vigente hasta que los rigores de la COVID-19 obligaron a la educación cubana a las adecuaciones curriculares y la búsqueda de alternativas que preservaran la vida de nuestros niños y adolescentes.
Vencida la amenaza de la pandemia, que más allá de las afectaciones a la salud, dejó también no pocas secuelas sociales que involucran a niños y adolescentes, desde años anteriores la Enseñanza viene dando pasos para la vuelta paulatina a sus planes de estudios, a la par que asume el tercer perfeccionamiento educacional.
Así lo explica con la didáctica del pedagogo el Máster en Ciencias Reinier Marín Labrada, jefe del Departamento de Secundaria Básica en la Dirección Provincial de Educación.
“Desde hace dos cursos atrás hemos ido rescatando cosas incluidas en el plan de estudios de nuestro nivel educativo, que es muy concreto y tiene un carácter preventivo: la Secundaria Básica se concibió para que los adolescentes, un grupo etáreo complejo, pasaran la mayor cantidad de tiempo en la escuela y sacarlos de la calle, donde pueden darse muchas incidencias.
“De hecho, durante la etapa de la pandemia, donde los niños y adolescentes estuvieron mucho tiempo fuera de la influencia educativa de la escuela, hubo un aumento de fenómenos como los embarazos en la adolescencia, de los niños maltratados físicamente y víctimas de violaciones y abusos lascivos; se incrementó el número de los que consumieron drogas, los que comenzaron a fumar, los que trasnochan, deambulan, revenden, y todo eso lo propició estar lejos de la influencia educativa de la escuela.
“De manera que ya estamos en condiciones de rescatar el modelo de la Secundaria Básica que plantea que en toda su etapa lectiva nuestros centros funcionan con un horario flexible de 7.45 de la mañana a 4.00 de la tarde más o menos; por decisión de la propia escuela en algunos centros es hasta las 4.20, lo que no significa, que los estudiantes van a estar el día entero sentados en un aula.
“El plan de estudios comprende el currículo obligatorio de asignaturas, más las actividades complementarias, que no se imparten en un aula, pues entre ellas se incluyen visitas a museos, excursiones pioneriles, la atención a actividades productivas de formación laboral que pueden ser en obras de impacto social de la comunidad; las actividades deportivas que pueden llegar a combinados deportivos, entre muchas otras, o sea, no se trata de que nuestros adolescentes estén todo el tiempo dentro del aula, pero sí bajo la influencia educativa de la escuela en esos ocho turnos concebidos para cada día.
“No todas las escuelas del municipio Santiago ni de otros de la provincia, tienen las condiciones para tener todos los alumnos sentados durante toda la jornada lectiva, eso fuera lo ideal, por eso se organizan rotaciones en las que por ejemplo séptimo y noveno dan clases en la mañana y realizan las actividades complementarias en la tarde y octavo, viceversa, pero eso no significa que el niño no tenga la posibilidad de estar en el espacio de la escuela, dentro de sus influencias educativas.”
Al decir del joven directivo se pone énfasis en que las escuelas, junto con los niños, que son los principales protagonistas, la familia y la comunidad, logren un buen proyecto educativo institucional, donde todos asuman la responsabilidad de aportar a la formación de las nuevas generaciones y se le exija a cada cual por lo que le toca.
“Aquí la familia juega un papel muy importante y lo primero es entender, que no es un nuevo cambio para este curso, sino que estamos retomando un plan de estudios concebido hace mucho tiempo, que tiene un carácter preventivo. Más que enseñar los elementos básicos que el niño debe ir cumpliendo en séptimo, octavo y noveno grados, se trata de lograr el egresado que queremos: un alumno que aspire a una continuidad de estudios, ya en la formación técnica profesional o en el preuniversitario y pueda seguir superándose hasta llegar a la universidad.
“Los adolescentes como característica, adolecen de muchas cosas, son bastantes rebeldes, y la escuela, junto con la familia, es la encargada y preparada para ocupar la mayor cantidad de su tiempo; por eso los padres tienen que entender que mientras más tiempo pasen sus hijos bajo la influencia educativa de la escuela, será más tranquilidad para ellos y para todos.”
Consciente de su papel en ese apretado sistema de relaciones avanza la Secundaria Básica santiaguera hacia sus esencias, y asume entre sus retos la búsqueda de alternativas ante las dificultades materiales, aún en procesos vitales como la merienda escolar. Un sondeo realizado por SM entre padres y profesores de la ciudad de Santiago dio cuenta de la llegada tardía del alimento a muchos centros durante la primera semana del curso.
“Nuestro plan de estudios fue concebido con un proceso de merienda escolar que no se ha quitado, todo lo contrario, se hace un gran esfuerzo encabezado por el Gobierno de la provincia para que el ciento por ciento de los más de 34 000 alumnos que tenemos hoy en la Enseñanza en la provincia tengan su merienda.
“Los padres, según resolución, tienen la posibilidad de autorizar (por escrito) a que sus hijos vayan a sus casas a almorzar y se incorporen en el horario de la sesión de la tarde, sin que pierdan su derecho a la merienda escolar. También pueden llevarle al almuerzo a la escuela, como hacen muchos; pero los que solo consumen la merienda, que son la mayoría, la tienen garantizada.
“Por eso en la primera semana del curso los padres han estado haciendo las cartas de compromiso, para que sus hijos en el horario establecido por la escuela, puedan ir a sus casas a almorzar, pero también las familias tienen que comprometerse con que sus hijos cumplan con el horario. Hay padres que piden autorización para que el niño vaya a la casa y en ese horario no hay nadie allí, y es el niño quien tiene que calentarse el almuerzo o en ocasiones cocinarlo. Por eso estamos siendo muy exigentes y rigurosos con el autorizo.
“Somos conscientes de que la organización escolar de la Secundaria Básica depende mucho de que se cumpla el horario de merienda escolar, que no es asegurada por nosotros. La inestabilidad en el horario de su llegada incide en el buen desempeño de la escuela; por eso hemos instruido a los directores para que tengan sus alternativas de cómo reajustarse ante algún retraso.”
Así, con la creatividad que precisan los tiempos, en pos de un funcionamiento cada vez más participativo, nacido de los intereses de los niños, su asamblea, de la familia, de la escuela, y la comunidad, la Secundaria Básica ha vuelto a sus esencias. Bajo su cobija de saberes y valores, se defiende el futuro, a pesar de las dificultades.