Santiago de Cuba,

Venga la esperanza

01 November 2025 Escrito por  Santiago Jerez Mustelier
Joan Ramírez

I
— Esta no es Sandy, mijo. Esta es más fuerte. Han volado muchas tejas y hay mucho ruido afuera — me dice mi mamá cuando conversamos una de las veces por teléfono.

Y me acuerdo de aquella madrugada interminable de 2012. También era octubre. Ahora, en 2025, Melissa toca tierra cubana por El Francés, una de las playas al sur del territorio oriental. Mi amiga me comparte un audio por WhatsApp: son los sonidos que provocan los fuertes vientos del huracán.
— No sé si logras oír — dice. — Parece que está acabando con todo afuera. Suena, de momento, como una motosierra. Créeme, esto no es normal. Cada vez que una piensa que ya pasó, viene una ráfaga más fuerte —.

II

Una vecina carga a su niña de meses en brazos. La aprieta contra su pecho. Su mamá y su abuela están junto a ella. Un hogar de sororidad, de mujeres fuertes y creativas. Por WhatsApp, le insisto para que se mantengan despiertas y le pregunto cómo están:
— Mi mamá con el virus y yo, agotada del día con la bebé…Estamos todas en un cuarto, resguardadas. Muertas de miedo.
Las imagino abrazadas como “caballas”. Como las protagonistas de una obra de teatro homónima que resonó en Santiago.

III

En un edificio de cinco plantas, una madre y una hija tienen como única compañía a su gato Luca. Semanas atrás el felino se había perdido. Regresó magullado, sangrante y flaco. Ellas lo curaron y alimentaron. Luca volvió a perderse, y retornó justo horas antes de que azotara el huracán. Ahora las dos lo acarician y eso les da calma. — ¿Cuántas horas estará Melissa sobre Cuba? — me pregunta, nerviosa, la madre al teléfono. Le digo que Rubiera pronosticó de seis a siete horas. —Ya quiero que sea de día —, me dice la hija.

IV

“Una cosa horrorosa y apocalíptica (…) Estamos despiertos, ruge como una bestia (…) Impresionante, aterrador”. Así describen muchos en redes sociales, poco después de las cuatro de la mañana, la experiencia de Melissa.

— No has pegado un ojo, descansa. ¿Ahorita vas a trabajar? —me pregunta mi mamá al teléfono.
Antes de colgar la llamada, le digo que sí a todo. Pero en mi pecho ahora no cabe el reposo.
Me escribe mi hermano desde lejos; me llegan notificaciones de amigos, algunos de más lejos todavía. Todos preguntan, alientan, acompañan. Compartimos algo en común: la agonía por los que amanecerán con el sabor amargo de haber perdido la tranquilidad; un sueño; un techo; una pared; una teja de zinc; una ventana o la sombra de un árbol. Y pienso que ojalá nadie tenga que sentir la nostalgia de un abrazo.

Entonces leo lo que escribe un amigo poeta en Facebook y siento esperanza:

No te olvides,
cuando la lluvia,
cuando te escampe,
cuando el letargo
y la ausencia de luces y caminos,
cuando no puedas,
no te olvides,
por favor,
que estoy aquí,
contigo.

Miércoles, 29 de octubre de 2025.

  • Compartir:
                   

Escribir un Comentario

We use cookies to improve our website. Cookies used for the essential operation of this site have already been set. For more information visit our Cookie policy. I accept cookies from this site. Agree