Una de ellas es América Lavadí Arce. Había nacido el 15 de junio de 1917 en Yateras, Guantánamo. Hija de madre comunista y luchadora antimachadista. El padre, tabaquero. Ambos progenitores descendían de familias mambisas.
América, desde casi niña, tuvo que laborar para contribuir al sustento del hogar. En Santiago de Cuba, donde había pasado a residir su familia, América se sumó a la lucha contra la tiranía machadista. Militó en la Liga Juvenil Comunista, desarrollando una amplia labor de propaganda desde una célula de Defensa Obrera Internacional. En más de una ocasión sufrió prisión y fue golpeada por los esbirros de la tiranía.
El 1ro. de agosto de 1933, el Partido de los comunistas cubanos convocó a una manifestación por el Día Internacional de la Lucha contra la Guerra y por la Paz, por las demandas de los desocupados, contra el imperialismo yanqui y por la retirada del embajador norteamericano, Summer Welles, que tuvo como escenario a Santiago de Cuba.
América había realizado propaganda sobre esta actividad. Y allí estaba, en primera fila, portando la bandera cubana cuando –abrazada a ese símbolo patrio- cayó acribillada por las balas de un esbirro. Contaba, al morir, con solo 16 años de edad.
Del lugar de su caída, el cuerpo de América Lavadí Arce fue levantado por el dirigente obrero y comunista santiaguero Juan Taquechel López, junto al dirigente de la Liga Juvenil Comunista, Rolando Ramos Zapata, quien también caería asesinado una semana después, en otra manifestación.
El sepelio de América fue una gigantesca manifestación de duelo popular que la acompañó a pie hasta el cementerio Santa Ifigenia. El pueblo no la olvidó. Y al caer la dictadura machadista, unn grupo de revolucionarios, en nombre de la joven asesinada, ajustició al esbirro.
De ese heroísmo se forjaron futuras combatientes. América fue precursora de lo que harían después las mujeres santiagueras, en la FMC. Por coincidencia, cayó también un mes de agosto.