El Club de Danzoneros Elio Revé abrió la jornada bailando el sabroso changüí. Una demostración de que aquí en Santiago ese género tiene muy bien arraigada sus raíces. Y la pequeña Andrea, recitó de manera espectacular para los adultos mayores que asistieron a la cita.
Los aplausos también retumbaron en la sala del teatro Marti, cuando otra niña, la pionera Delenis -que se estrenó en la peña pasada-, hizo un canto a las abuelas y las puso a bailar.
Fabulosa fue la actuación de la actriz de Macubá Dailen Osorio, que nos regaló el poema de Luis Carbonel, Igual que el niño Valdez; quien recibió la ovación de los abuelos, que ha encontrado en esta peña un espacio para su recreación sana, y para restarle problemas a los problemas de la vida y a los achaques.
Más de 80 años tiene este abuelo que mantiene una voz impecable, él pertenece al círculo del Danzón Mariano Mercerón, y fue concursante del primer concurso Mi Voz Eternamente Joven, que convocó la peña.
Del Conservatorio Esteban Salas llegaron dos jóvenes, en esta tarde de domingo, para regalar su talento a los adultos mayores. Pero Idelmis La O Fonseca levantó de sus asientos a todos los presentes, con su excelente voz; ella es estudiante de Filología de la facultad de Letras, de la Universidad de Oriente y todos coincidimos que tendrá un futuro grande en el arte.
Como la peña Eternamente Joven estuvo celebrando el cumpleaños de las dos organizaciones que aglutinan a los pioneros y jóvenes de Cuba, hasta la peña llegó el payaso Cartucho para entregarnos su buen arte; lo admirable es que una peña concebida para personas de la tercera edad, estuviera llena de niños; muestra del empeño de abuelas y abuelos por atraer a sus nietos a un proyecto social y cultural tan humano.
El Payaso Cartucho hizo de las suyas con los niños y también con los abuelos, todos disfrutaron de sus travesuras y de las competencias, puso al teatro de pie para hacer ejercicios con un racaracachan.
Al cierre del espectáculo, su anfitriona Riset confesó “a veces sentimos que las fuerzas se agotan y por instantes nos vemos casi solos, tenemos manos salvadoras que se extienden y nos piden que no nos rindamos, que pensemos en los viejos que ya son nuestra familia y nos siguen adonde quiera porque fuera de las tareas de sus hogares, no tienen otro espacio para liberar energías. Ellos, nuestros Viejucos han vivido y sufrido esos momentos de angustias junto a nosotros.
“Cuando llega el minuto cero salimos al escenario y cuando vemos ese Teatro lleno y sentimos esos aplausos y expresiones de alegría, cariño y admiración que nos profesan, el corazón se nos agranda e imaginariamente nos abrazamos muy fuerte y pensamos: Por ellos, con ellos y para ellos, tenemos que seguir dándolo todo, hasta lo que no tenemos, y seguir Pa'lante”.