Santiago de Cuba,

¿Cuántas vidas más se robarán los accidentes de tránsito?

15 August 2025 Escrito por  David Alejandro Medina Cabrales, estudiante de Periodismo

Ayer, mientras me trasladaba a mi casa en un carro que tomé -en Contramaestre- haciendo “botella” -como se dice popularmente-, fui testigo de una escena que debería ser inadmisible en cualquier sociedad, el conductor y varios pasajeros ingerían bebidas alcohólicas sin el menor reparo, como si las carreteras no estuvieran ya teñidas de tragedias.

Este hecho de imprudencia no es un caso aislado; es un reflejo de una problemática que ha escalado en nuestro país, donde en el primer trimestre del año se han registrado 2 377 accidentes de tránsito, lo que representa una disminución de 150 incidentes respecto a similar periodo de 2024, pero si bien disminuyen en cantidad de hechos y lesionados, aumentan los fallecidos. ¿Hasta cuándo seguiremos normalizando conductas que ponen en riesgo vidas humanas?

Según datos oficiales brindados por el Órgano Especializado de Tránsito, de la Dirección General de la Policía Nacional Revolucionaria, el “factor humano” es responsable del 91% de los accidentes, con causas como la falta de atención al volante, el exceso de velocidad y, por supuesto, el consumo de alcohol.

Cuba cuenta con la Ley 109 del Código de Seguridad Vial, que regula las normas de tránsito y promueve la educación vial, pero ¿se aplica con el rigor necesario? El ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, ha reconocido que, aunque se impusieron 235.959 multas y se cancelaron 344 licencias en cuatro meses, las cifras siguen siendo alarmantes.

Peor aún: muchos conductores, como el que conocí ayer, parecen creer que las leyes son letra muerta. ¿Por qué no se sanciona con mayor severidad a quienes convierten las vías en campos de ruleta rusa?

El problema se agrava por la combinación de alcohol y vehículos en pésimo estado técnico -algunos con más de 40 años de circulación-, sumado a vías deterioradas y señalización deficiente. Pero ni el parque automotor obsoleto ni la infraestructura vial justifican la irresponsabilidad de quienes deciden conducir ebrios.

Llama la atención que, mientras en otros países un conductor ebrio enfrenta sanciones penales y civiles -incluyendo indemnizaciones millonarias-, aquí las consecuencias parece poco importarles a los conductores. La Ley contempla multas y cancelación de licencias, pero ¿es suficiente? Se necesita mano firme: prisión para reincidentes e inhabilitación permanente para los conductores.

La solución no recae solo en el Estado. Es una responsabilidad de todos. Los pasajeros que callan ante un conductor ebrio son cómplices; los amigos que brindan “un trago más” sin medir las consecuencias también. Como sociedad, debemos romper el círculo de tolerancia que rodea al alcohol al volante. El perfil en Facebook del Ministro de Transporte insiste en “culturar la seguridad vial”, pero esto se logra con acciones concretas.

Hago un llamado a las autoridades a investigar y hacer cumplir la Ley, pero también a los ciudadanos a denunciar estas prácticas. El conductor que conocí ayer no solo jugaba con su vida, sino con la de todos los que compartíamos ese viaje. Mi Cuba merece carreteras seguras, y eso empieza por decir basta al alcohol detrás del volante. La próxima víctima podría ser cualquiera de nosotros. ¿Aceptaremos seguir llorando muertes evitables?

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