Santiago de Cuba,

La única garantía ante un terremoto

09 February 2025 Escrito por  Odalis Riquenes Cutiño

Entre los múltiples y agudos desafíos que este 2025 aún imberbe trae para los santiagueros está o debe estar la certeza de que vivimos en un entorno donde la tierra tiembla y en el que la posibilidad de ser sacudidos por un sismo de gran intensidad, es una amenaza real y latente, que solo conseguiremos superar con la clara conciencia de esa realidad y el consecuente entrenamiento.

Los especialistas del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais) lo resumen de manera contundente: Los terremotos son fenómenos de impacto súbito, a los que generalmente sobreviven los mejores preparados.

De ahí que bien nos vendría incorporar el tema a la abultada agenda de asuntos cotidianos de los cuales ocuparnos, con la misma prioridad que le damos a la alimentación, la educación de nuestros hijos o el esparcimiento, pues es esta la única garantía de nuestra resiliencia ante tales eventos.

Incansables en su misión de contribuir a la mitigación del riesgo sísmico desde la investigación y el constante monitoreo de la actividad telúrica en el país, los consagrados expertos del Cenais nos aportan una y otra vez los argumentos:

El 2024, por ejemplo, se despedía con el nada desdeñable récord de haber sido el año en el que el Servicio Sismológico Nacional (SSN) registró12 806 terremotos en Cuba, la mayor cantidad de eventos de este tipo detectados en el país en ese período.

En su perfil de Facebook, el Doctor en Ciencias Enrique Arango Arias, el jefe del SSN por más de 10 años, refería que la importante cifra se relaciona con la ocurrencia de los terremotos de 6.0 y 6.7 de magnitud, que el 10 de noviembre pasado ocasionaron los mayores daños producidos por un sismo desde la época revolucionaria, en la localidad de Pilón y otros municipios de Granma, y con el sismo de 6.1 de magnitud que el 23 de diciembre estremeció el sur del municipio de Guamá, en nuestra provincia.

En ese compendio resumen de la sismicidad durante el pasado año, que tuvo unos 150 temblores perceptibles, se ponía un punto rojo en el segmento Santiago- Baconao, la zona que históricamente ha originado los terremotos fuertes en Santiago de Cuba y que ya acumula más de 90 años sin una liberación importante de energía.

“Vivimos en una zona de peligro sísmico y no nos cansaremos de alertar”, recalca el Doctor Arango, al tiempo que insiste en que la afirmación no debe entenderse como el anuncio de que mañana va a temblar, sino como la prevención de que puede ocurrir mañana.

Por eso nos conmina a, con la precaución de quien atiende el semáforo y mira a ambos lados antes de cruzar la calle, conocer y practicar las medidas establecidas para antes, durante y después de estos eventos y adaptarlas a cada contexto específico y sobre todo trabajar por reducir vulnerabilidades como las violaciones a la Norma cubana para levantar construcciones sismorresistentes.

Las imágenes de los juguetes aplastados por una pared derribada en un círculo infantil granmense, o la alta cifra de edificaciones con derrumbes totales o parciales, en su mayoría inmuebles de mampostería no reforzada y sin criterios sismorresistentes, que las convirtieron en vulnerables, confirman la importancia de construir bien y de cumplir con lo establecido para lograr instalaciones capaces de soportar eventos moderados y fuertes.

“En la Sismología la predicción es muy incierta y está en construir bien; cuando usted hace eso, puede olvidarse del peligro del terremoto que venga”, recalcó Arango Arias. Para la Doctora en Ciencias Grisel Morejón Blanco, directora del Cenais, y una de las especialistas que más ha trabajado en la confección y constante actualización de la Norma Sismorresistente Cubana, los muchos fallos de paredes, sobre todo en viviendas granmenses de mampostería simple, prohibida en nuestra Norma, y en edificaciones que usan el sistema Girón, también muy vulnerable, demuestran que en las regiones con peligro de ser expuestas a sismos moderados o fuertes, como el Oriente cubano, es imprescindible la construcción de edificaciones de hormigón armado, o de otros sistemas constructivos que empleen acero.

Ni carencias ni necesidades sociales deberían alejarnos de esos preceptos, enfatizan los entendidos, pues los costos, como demuestra la historia, son a la larga muy altos.

Investigadores de las Ciencias Sociales vinculados a múltiples proyectos que en la ciudad trabajan por elevar la percepción del riesgo sísmico desde edades tempranas, abogan por incorporar esa dimensión a nuestras estrategias de vida cotidiana e incluyen desde que cada familia elabore y ejercite su plan de qué hacer en los distintos escenarios y situaciones, hasta que esa visión sea parte, más allá de los planes, del accionar cotidiano de los diferentes sectores, organismos y territorios.

Que la cultura de aprender a convivir con los temblores supere al miedo, y se traduzca en acciones que minimicen su impacto, pasa también, reconocen estudiosos, por elevar la preparación sobre estas cuestiones entre quienes dirigen y adoptan decisiones a los diferentes niveles y por diseñar las debidas estrategias de comunicación a los distintos grupos sociales.

Algunos, incluso, sugieren hasta dedicar un día al mes, como sucede en otros países, a la realización de simulacros y ejercicios demostrativos, que, sin pánico, refuercen conductas y fijen rutinas sobre cómo actuar en el centro de trabajo, la escuela o las comunidades.

En fin, iniciativas puede haber muchas, pero en tanto llega “el grande” que todos tememos, bien vale trabajar, unidos y con responsabilidad, conscientes de que somos los vecinos más próximos a la principal zona sismogeneradora del país, para reducir sus efectos. En ello, nos va la posibilidad de sobrevivir para continuar transmitiendo experiencias.

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