Santiago de Cuba,

¡Feliz día, papá!

15 June 2025 Escrito por  David Alejandro Medina Cabrales (estudiante de Periodismo)

El sol de la mañana se cuela entre las persianas y rendijas de las casas, iluminando mesas con cartas dibujadas a mano, cafés humeantes y sonrisas que no necesitan palabras. Hoy, el tercer domingo de junio, Cuba celebra a sus padres, esos hombres que llevan el mundo a cuestas sin dejar de sonreír, esos héroes sin capa cuyas manos -callosas, firmes o acariciadoras- construyen un país desde el silencio.

En cada rincón, esta fecha en el calendario es un abrazo multiplicado. En el obrero que madruga con el olor a metal y sudor, en el médico que salva vidas lejos de su propia familia, en el científico que descifra futuros entre probetas y papeles, en el deportista que convierte el esfuerzo en bandera. Son padres que enseñan con el ejemplo, que heredan no solo apellidos, sino dignidad.

La historia de este día se remonta a principios de la década de los noventa en Estados Unidos, cuando Sonora Smart Dodd, hija de un viudo que crió solo a sus seis hijos, propuso honrar la figura paterna con un día especial. Con el tiempo, la tradición se extendió por el mundo, y en Cuba como en otros países de América se celebra el tercer domingo de junio como fecha oficial.

En Tercer Frente, Adolfo López, maestro de primaria, recibe un dibujo de su hija Anita: un corazón con las palabras “Papá, eres mi sol”. En Contramaestre, Luis Rodríguez, ingeniero azucarero, guarda en su bolsillo una postal escrita por su hijo pequeño: “Gracias por trabajar tanto para que yo pueda estudiar”.

Los padres cubanos son así: hechos de resistencia y ternura. Los hay que improvisan juguetes con latas vacías, que cantan canciones para ahuyentar los miedos, que convierten una mesa en un banquete con solo contar un chiste. Son los mismos que, tras jornadas agotadoras en hospitales, industrias o campos, llegan a casa y preguntan: “¿Cómo te fue en la escuela?” antes de preguntarse a sí mismos cómo les fue a ellos.

Hoy también se recuerda a los que ya no están, pero cuyas lecciones perduran: el abuelo que enseñó a arreglar zapatos, el tío que mostró cómo pescar en la presa, el padrastro que, sin ser sangre, se convirtió en guía. Porque la paternidad en Cuba -como el río- tiene muchas corrientes: biológicas, elegidas, reinventadas.
En medio de dificultades, carencias y limitaciones, estos hombres escriben una epopeya cotidiana.

Mientras el día avanza, los regalos se reparten: un abrazo, una guitarra afinada para cantar, una foto vieja. No hace falta grandilocuencia. El amor aquí se mide en gestos pequeños, como el café compartido o la silla cedida en el portal para ver caer la tarde.

Hoy, Cuba le dice gracias a sus padres. A los de sangre y a los del alma. A los presentes y a los que se fueron. Porque su mayor legado no está en lo material, sino en el temple que imprimen en cada hijo: esa mezcla de lucha y dulzura que define a este archipiélago del Caribe.

¡Feliz Día de los Padres! Porque ser padre -aquí- es, ante todo, un acto de amor revolucionario.

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