Cuando llegó a la ciudad, el aire fresco de finales de primavera le rozó el rostro mientras caminaba por calles empedradas, rodeado de edificios que parecían sacados de un cuento. Fue parte de algo grande: la celebración de “Velas Escarlatas”, el festival que marcó el fin de una etapa y el comienzo de otra.
Esa noche, mientras el río Neva se teñía de rojo por las velas de los barcos, Duanner subió a una embarcación junto al resto de sus compañeros - más de 50 estudiantes cubanos de la Enseñanza Pedagógica que por invitación personal del Gobernador de San Petersburgo Alexander Beglov pudieron disfrutar de este grandioso espectáculo-.
Las risas y la música flotaban en el aire, mezclándose con el reflejo de las luces sobre el agua. Pasaron bajo puentes iluminados, frente a la majestuosa Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, cuyas cúpulas brillaban como joyas bajo el cielo nocturno. En ese instante, supo que ese momento quedaría grabado en su memoria para siempre.
“Nací en el municipio montañoso del Tercer Frente, en el consejo popular Arroyo Rico, y creció entre la humildad de un campo que, sin embargo, nunca limitó mi curiosidad. Desde pequeño, la historia me fascinó”, dijo.
Por eso, cuando llegó el momento de elegir una carrera, no dudó: se formó como profesor en la Escuela Pedagógica Antonio Maceo de Palma Soriano, especializándose en Historia y Educación Moral y Cívica. “La historia es la encargada de estudiar los hechos, los procesos y los acontecimientos que marcan a la humanidad”, expresó con convicción.
Su camino no fue lineal. Pasó cursos optativos por las otras dos escuelas pedagógicas de la provincia, perfeccionando su vocación frente a pizarras y aulas.
Durante cuatro años, realizó sus prácticas en la Secundaria Básica Camilo Cienfuegos, en Cruce de los Baños, donde aprendió que enseñar no es solo transmitir conocimientos, sino sembrar inquietudes. Cada clase era un reto, cada alumno, una historia distinta que merecía ser escuchada.
Y entre tanta entrega, San Petersburgo fue su recompensa. No solo vivió la magia de las “Velas Escarlatas”; también recorrió la Gazprom Arena, el imponente estadio donde el fútbol y la cultura se unen bajo un techo retráctil. Caminó por sus gradas, imaginando los gritos de los aficionados durante el Mundial 2018, y sintió que, de alguna manera, los sueños colectivos también eran parte de su propia historia.
Hoy, Duanner ya está en Cuba con algo más que fotografías y recuerdos. Sabe que su lugar está frente a un aula, contando a sus estudiantes no solo los hechos del pasado, sino también la importancia de perseguir sus propias sueños, aunque a veces el camino sea empedrado y difícil. Porque él, que creció entre montañas, es la prueba de que los sueños, cuando se alimentan con perseverancia, siempre encuentran su cauce.