Millones viven en zonas de conflicto, otros chocan con barreras infranqueables para acceder al empleo digno o a una vivienda y muchos ven limitada su capacidad para participar en la toma de decisiones políticas y sociales, obstaculizando su lucha por un mundo más justo y su desarrollo pleno.
Ante este panorama, la Asamblea General de la ONU declaró en 1999 el 12 de agosto como Día Internacional de la Juventud, siguiendo recomendaciones de la Conferencia Mundial de Ministros de la Juventud. La fecha busca promover el Programa de Acción Mundial para los Jóvenes y visibilizar sus problemáticas.
Un hito significativo llegó en 2015 con la Resolución 2250 del Consejo de Seguridad sobre Juventud, Paz y Seguridad, que reconoce de forma sin precedentes el papel crucial de los jóvenes como socios en la construcción de la paz y la lucha contra el extremismo.
En Cuba, esta fecha trasciende el mero recordatorio para convertirse en uno de los acontecimientos estivales más relevantes. La jornada cobra vida con un amplio programa de actividades organizado por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), las organizaciones estudiantiles y diversos movimientos juveniles, colocando a las nuevas generaciones en un visible protagonismo.
La defensa de la imagen de Cuba como una nación joven no se basa únicamente en la demografía, argumentan desde la Isla. Se fundamenta, más bien, en el carácter renovador e inquietante de las ideas que promueve, en contraste con un mundo que, si bien sofisticado en apariencias, a menudo carece de verdaderas novedades en su esencia.
La juventud, se insiste, no debe medirse solo por la edad biológica, sino por la frescura de las ideas, los proyectos transformadores y la impronta que aportan las generaciones recientes. Estos elementos son los que, en definitiva, confieren un carácter joven al proyecto nacional, independientemente de la pirámide poblacional.
El camino por mantener ese vigor, frescura e ímpetu juvenil inherentes a la Revolución Cubana enfrenta desafíos propios. Se reconoce la necesidad de resolver problemáticas pendientes y de fomentar un liderazgo juvenil menos formal, más arriesgado y creativo, capaz de plantear nuevas dinámicas sociales desde el conocimiento sólido, el espíritu crítico y la madurez integral.
En este contexto, las actuales transformaciones económicas del país -la actualización del modelo y la implementación de los Lineamientos del Partido- son señaladas como la encarnación más tangible de ese "hacer joven". Las nuevas formas de gestión económica que emergen encuentran en la juventud cubana a sus actores más dinámicos. Son ellos quienes, se argumenta, poseen mayor disposición y capacidad para asimilar estos cambios con el ímpetu, la organización y el emprendimiento que demandan las novedades.
Este Día Internacional de la Juventud invita, por tanto, a mirar más allá de la mera situación numérica del sector juvenil cubano. El reto radica en cultivar y sostener ese vigor imprescindible por hacer las cosas diferentes y mejor, con rigor y eficacia.