La aparición por primera vez de estas enfermedades en un territorio, subrayó, crea una situación compleja debido a la susceptibilidad de una población sin inmunidad previa. Esto, sumado a una alta densidad de mosquitos y a factores meteorológicos como las intensas lluvias y el huracán Melissa —que obligaron a la población a permanecer en casa sin electricidad—, explica la magnitud y rapidez de la propagación. Gráficas muestran que el pico epidémico en Santiago de Cuba, concentrado en el 72% de los casos febriles entre septiembre y octubre, confirmaba el brote de chikungunya. Reconoció la dificultad de calcular casos exactos debido al subregistro, pero enfatizó que se trata de una epidemia considerable cuya tendencia actual es a la disminución por tres razones: la inmunidad adquirida por los infectados, las acciones de control vectorial realizadas y la llegada de una época con menor incidencia histórica.
Detalló que el chikungunya tiene tres fases. Una fase aguda inicial con fiebre y dolores corporales que dura de siete a diez días. Le sigue una fase subaguda, en la que se encuentra la mayoría de los santiagueros infectados, que puede extenderse hasta tres meses y se caracteriza por dolor articular recurrente, a veces con intervalos de mejoría. Advirtió sobre el riesgo de que, sin el cuidado adecuado, la enfermedad se cronifique. La tercera fase es la crónica, que se busca evitar.
Señaló como factores de riesgo las edades extremas, en un contexto donde el 23% de la población santiaguera supera los 60 años; las comorbilidades como la hipertensión también complican la evolución. Aunque los jóvenes suelen cursar la enfermedad de forma más benigna, los niños menores de un año y los adultos mayores pueden presentar manifestaciones más severas, siendo este último grupo el más afectado por complicaciones e, incluso, fallecimientos.
El virus, explicó, puede afectar múltiples sistemas. Más allá de la artritis característica en manos, muñecas y hombros —que puede ser tan severa que impida abrir la boca o cerrar los puños—, ataca el sistema neurológico y digestivo. En la fase subaguda son comunes síntomas como pérdida de memoria, dificultad de concentración, irritabilidad, trastornos del sueño y un fenómeno llamado disautonomía, que provoca palpitaciones, sudoraciones y lipotimias debido a la afectación del sistema nervioso autónomo. También pueden presentarse ardor, hormigueo, calambres y adormecimiento por la inflamación de los nervios periféricos.
El Dr. Pérez Valdés hizo un llamado a la paciencia y a seguir estrictamente las recomendaciones médicas durante esta larga fase de recuperación. Alertó sobre el peligro de la automedicación, especialmente con esteroides o antiinflamatorios sin supervisión, por sus efectos secundarios. Recomendó reposo, una actividad física muy medida y una alimentación que incluya vitaminas, pero advirtió contra la compra de medicamentos en la calle. La clave, insistió, es acudir a las consultas de seguimiento establecidas.
Respecto a la prevención futura, fue categórico: la solución no es solo fumigar. Recordó que Cuba eliminó al alAedes aegypti después de 1981 con medidas sanitarias, no solo químicas. Hizo un llamado a la acción comunitaria para tapar recipientes, eliminar criaderos y permitir que la fumigación sea efectiva. Advirtió que, de no controlarse el vector, el país sigue en riesgo ante la amenaza de otras arbovirosis como la fiebre de Mayaro o la fiebre amarilla, ante las cuales la población también es susceptible.
Posteriormente, en el panel, se presentó la respuesta del sistema de salud. Se han creado consultas multidisciplinarias post-chikungunya en policlínicos y hospitales, integradas por especialistas en medicina física y rehabilitación, medicina interna, medicina natural y tradicional, y psicología. Hasta la fecha, se han atendido a más de mil pacientes. El objetivo es un tratamiento integral que combine agentes físicos, medicamentosos y terapias como la acupuntura u ozonoterapia para aliviar el dolor y la limitación funcional.
Luego, el Dr. Alberto Cobian Mena, Presidente Nacional de la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud, abordó el impacto psicológico de la epidemia. Explicó que la novedad, intensidad y secuelas de la enfermedad, sumadas a la información ambigua, generan una cadena de rumores y mitos que intoxican el entorno social. Esto incrementa la ansiedad, la irritabilidad, la desesperanza y la percepción del dolor. La angustia y el miedo a la muerte o a la cronicidad pueden exacerbar los síntomas y retrasar la recuperación. Destacó la importancia de que los equipos de rehabilitación incluyan manejo psicológico para estas manifestaciones y enfatizó que, aunque toda la población tiene cierta "cultura médica", el diagnóstico y tratamiento deben siempre estar dirigidos por profesionales. La transparencia informativa oficial, concluyó, es fundamental para combatir la desinformación y manejar la percepción de riesgo en una población ya vulnerable.
Por otra parte, el doctor Alberto Lambert Delgado, Especialista en II grado en Medicina familiar y Psiquiatria, profesor titular e investigador, expresó que ante cualquier epidemia existe una crisis psicológica y social. Al evaluar una enfermedad nunca se puede ver el síntoma alejado del contexto. Tuvimos el huracán Melissa, la edpidemia de dengue, todo ello contrubuye a un desgaste psicológico y que lleva como detonante a que ante el chikungunya la población caiga en un estrés social. Alrededeor de esto se gestan una serie de enfermedades psicológicas, especialmente durante la fase aguda asociadas el síndrome febril y al dolor articular de la subaguda con manifestaciones que de no tomarse a tiempo puede ser peores que el padecimiento en sí.
Un estudio realizado en el 2015 en Colombia demostró que más del 50 % de los pacientes afectados después presentaron depersión y en la práctica hemos constatado que es una realidad. El paciente se expone a un estrés agudo que se transforma en ansiedad y luego en síntomas depresivos; muchos se refugian en las drogas. Nuestra fortalaza está en lo social para llegar a los grupos vulnerables: los niños, los que tienen comorbilidades, etc. Existen tratamiento de abordaje farmacológico y no farmacológico, pero nosostros atendemos estas afecciones de base junto a la higiene del sueño, el estrés y todo lo que mejore la calidad de vida, puntualizó.