Los galardones fueron para las obras “Paraíso bajo las estrellas”, de Yanet Parra García, de Mella; “Llegó el guateque”, de Rolando Savón Pavón, de Holguín, y “Noche de boleros”, de Luis Enrique Téllez Breff, de Moa.
El jurado estuvo integrado por la Dra.C. Beatriz Dávila Abreu, como presidenta, y la Dra.C. Enna Sans Pérez, ambas profesoras del Departamento de Historia del Arte, en la Universidad de Oriente, y el M.Sc. Herson Tissert Pérez, de la Uneac.
Y aunque inicialmente en el Salón solo se entregarían tres premios (en igualdad de condiciones), fue tal la calidad de las obras en concurso, que el tribunal otorgó, además, tres menciones a: “Santiago de Cuba, ciudad cultural”, de Pedro Luis Ramírez García “Ashé”, de Palma Soriano; “Fiesta popular” de Osmar Peña Clavel, de San Luis, y “Guachinche monte adentro”, de Eduardo Núñez Pérez, de Imías, en la provincia de Guantánamo.
Tanto el Salón, con la muestra de obras concursantes y fuera del certamen, de autores de Guantánamo, Holguín, Mayabeque y Santiago de Cuba, y de invitados de República Dominicana, Brasil, Portugal y Rumania, y las conferencias que lo precedieron, estuvieron dedicados a la memoria de Roderico Neyra (Rodney) quien fuera un emblema del espectáculo de cabaret en Cuba en los años 50 y parte de los 60, con base en las artes plásticas.
El M.Sc. Herson Tissert Pérez destacó la calidad del Salón y añadió: “El arte naif tiene una estética bien definida; una manera de hacer que ya se ha vuelto convencional y pese a eso, y a los límites que siempre impone una convocatoria: en este caso las fiestas familiares, religiosas y populares, y espectáculos de cabaret, se nota la gran diversidad entre los participantes, en cuanto a estilos y ejecución de las piezas y los conceptos que se mueven en estas”.
Con una intervención especial del actor Elio Salas; las presentaciones de Manuel Gómez Morales, promotor cultural y profundo conocedor del trabajo cultural en el municipio de Mella –capital del arte naif-; el agradecimiento de Luis Joaquín Rodríguez “Luis el Estudiante”, y las palabras finales de Rodulfo Vaillant García, presidente del Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), quedó abierto el 6. Salón Ruperto Jay Matamoros de pintura naif.
Antes, en la sala Titón de la sede de la Uneac, en la calle Heredia, se desarrolló el segmento teórico del Salón, con la asistencia de artistas naif de toda la provincia y la presencia, igual que en la galería Bayate, de Rodulfo Vaillant, Julio César Carmenate, director del Taller Cultural Luis Díaz Oduardo; Gretell Arrate, directora del Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño, y las nuevas autoridades del Consejo Provincial de las Artes Plásticas.
En la “Titón”, luego de las presentaciones de Manuel Gómez Morales, moderador del panel, el Dr.C. Raúl Ruiz Miyares intervino para hablar, entre otros aspectos, de una exposición de arte naif de autores cubanos y brasileños que se exhibe en el gigante sudamericano. Al respecto dijo:
“La exposición itinerante Mamáfrica es expresión de la cultura como primordial vaso comunicante para establecer vínculos y perpetuar los valores identitarios de Brasil y Cuba, países que pertenecen a un mismo universo simbólico, integrado por la savia imperecedera de lo que nos legó África, no solo en la historia común de nuestros pueblos, sino también, en la correspondencia que una frondosa genealogía que se perpetúa en el histrionismo, la música y alegría de nuestras fiestas populares, como los carnavales, la polirritmia percusiva y contagiosa de orígenes congo, yoruba… y otras identidades que revelan la espiritualidad cubana y brasileña”. Y agregó sobre la pintura que justifica el Salón:
“A nuestro modo de ver, es el arte naif una de las expresiones más genuinas del espíritu redentor e independiente de nuestros pueblos, sintetizado en la creación de aquellos artistas autodidactas que sin pasar escuela alguna para su formación artística, expresan una libertad creativa que desde su negación de aceptar la imposición de cánones académicos occidentales, buscan en el plano tridimensional, los secretos sobre cómo reflejar con sorprendente poesía, el medio en que viven y el colorido imaginario que les acompañan en la búsqueda de nuevos códigos expresivos, apegado siempre al mundo vernáculo que les asiste”.
Tocó el turno después, al M.Sc. Vladimir Savón quien habló ampliamente sobre la vida y obra de Roderico Neyra, personalidad a la que fue consagrado este año el Salón Ruperto Jay Matamoros.
Roderico fue la máxima expresión de la coreografía en los más famosos cabarets de Cuba en la década de los años 50 del siglo pasado; había dedicado una parte de su existencia en su natal Palmarito de Cauto, luego se trasladó al santiaguero barrio de Los Hoyos, y de aquí pasó a residir en La Habana donde su genialidad como coreógrafo lo encumbró hasta la cima.
“Dentro de él estaba un talento extraordinario que fue captado por varias personas y un hecho determinante en su vida, que lo lanza al gran mundo del espectáculo; que sirvió como agente catalizador para que Roderico Neyra pudiera llegar al Tropicana, fue Rita Montaner que como amiga de él, lo lleva a la asociación de artistas y luego se lo presenta al dueño del cabaret Tropicana, un centro ya con una trayectoria extraordinaria; es la compañía artística más antigua de Cuba, nacida el 31 de diciembre de 1939 y sigue vigente”.
Explicó Vladimir, que con la llegada de Roderico al “Tropicana” se inicia una nueva era del espectáculo en Cuba “y no quiere decir que antes no existieran estos en Cuba, que sí los hubo desde la Colonia”, pero el espectáculo que conocemos hoy, señaló, fue creado por el ingenio de Roderico Neyra y llega hasta nuestros días. Y como ahí está el componente de las artes plásticas, a esta personalidad conocida también como Rodney, se le considera igualmente un inigualable coreógrafo y un artista de la plástica. Por eso, y por sus raíces en Palmarito de Cauto, una de las localidades del municipio de Mella, meca del arte naif en Cuba, el 6. “Ruperto Jay Matamoros” fue consagrado a Rodney.