“Hoy contamos con cinco mujeres que sobrepasan los 35 años de consagración dedicados a nuestro centro. Yo estoy en la dirección hace un año, pero trabajo aquí desde el 2015 en la especialidad de Medicina Interna”.
Y es que las mujeres de este hospital han sido su columna vertebral, afirma Yanelis. “En los momentos más duros han sostenido con entrega los servicios asistenciales, la docencia médica y la investigación, incluso en condiciones de escasez.
“Enfermeras, médicas, técnicas, auxiliares…todas han dejado huella en la atención comunitaria, en la formación de generaciones y en el enfrentamiento a epidemias. Hoy ese legado se mantiene vivo en cada sala, en cada consulta, en cada decisión que tomamos con sensibilidad y rigor”.
“Liderar como mujer la gestión hospitalaria -confiesa-, implica navegar entre expectativas sociales, exigencias profesionales y responsabilidades familiares.
“He enfrentado desafíos como la conciliación de roles, el cuestionamiento de decisiones por prejuicios de género y la necesidad de demostrar que la empatía no es debilidad, sino fortaleza. Pero también he vivido grandes satisfacciones: ver crecer a jóvenes profesionales, lograr consensos en momentos difíciles, y sentir que puedo transformar no solo procesos, sino también a personas.
“Llevo un año en esta responsabilidad y cada día me esfuerzo por crecer junto a mi equipo, batallando con ellos, hombro con hombro. Pero nuestro enfoque de género no se queda en el discurso: lo vivimos en acciones concretas.
“A cada trabajadora embarazada las secciones sindicales les donan ropita, lencería de bebé y productos de higiene para ella y su hijo. El sindicato del hospital se encarga de los artículos más costosos, como mosquiteros y bañaderas, y el hospital, desde su fondo institucional, aporta alimentos.
“Este gesto solidario expresa el profundo compromiso que tenemos con nuestras mujeres, reconociendo que cuidar también es acompañar”.
Para cualquier mujer trabajadora es un desafío llevar las responsabilidades familiares y profesionales de la mano, por esto fomentan el reparto equilibrado de las tareas domésticas desde la práctica institucional.
“Apoyamos a madres trabajadoras con licencias extendidas, horarios flexibles y espacios de conciliación. En nuestro hospital la maternidad no es una carga, es una etapa que merece respeto, cuidado y alegría compartida.
“Aunque nunca hemos prestado servicio a las embarazadas, sí realizamos el seguimiento a las mujeres con enfermedades ginecológicas, incluso pacientes grávidas de la zona. Más allá de la ginecobstetricia, abordamos la salud femenina en toda su complejidad.
“Hemos fortalecido la atención psicológica, promovido campañas contra el maltrato y creado espacios de escucha para cuidadoras sobrecargadas. La mujer no es solo paciente: es sostén, es profesional, brinda cuidados. Y su salud integral merece atención continua”.
También durante la pandemia y otras emergencias las mujeres de este hospital demostraron una fuerza impresionante, remarca. Estuvieron en zona roja, laboratorios, salas de urgencias, muchas dejando a sus hijos al cuidado de otros para salvar vidas.
“Su resiliencia fue ejemplar. Son el alma de nuestra institución y su entrega nos inspira cada día”.
Aunque la doctora Yanelis reconoce que las cubanas enfrentan desafíos como la sobrecarga de cuidados, la violencia de género y la invisibilización de necesidades específicas, resalta que en Santiago de Cuba se trabaja para reducir estas brechas con atención diferenciada, formación del personal en enfoque de género, y articulación con redes comunitarias. “La equidad en salud no es solo una meta: es una responsabilidad ética”.
Para perpetuar esta convicción fomentan la formación continua y la participación activa de jóvenes en proyectos institucionales, promoviendo el liderazgo femenino desde la residencia médica y reconociendo que el futuro de la salud cubana depende de mujeres preparadas, empoderadas y comprometidas.
“Queremos que nuestras jóvenes no solo ocupen cargos, sino que transformen la cultura organizacional. Y como directora, me esfuerzo cada día por ser ejemplo de esa transformación.
“A todas las trabajadoras del hospital Ambrosio Grillo, a las federadas que nos acompañan desde la comunidad, y a las santiagueras que confían en nosotros para cuidar su salud: gracias.
“Gracias por su entrega, por su fuerza silenciosa, por su ternura en medio de tempestades. Este 23 de agosto celebramos no solo un aniversario, sino el poder transformador de cada mujer que cura, enseña, investiga, cuida y lidera”.