La CNOC no fue solo una estructura sindical; fue el primer gran intento de unir a los trabajadores bajo una misma bandera: la defensa de sus derechos frente a la explotación y la tiranía de Gerardo Machado, quien apenas tres meses antes había ascendido al poder.
La semilla de la CNOC se plantó en febrero de 1925, durante el Segundo Congreso Obrero en Cienfuegos, donde López, líder de la Federación Obrera de La Habana (FOH), impulsó la idea de una confederación nacional.
En Camagüey, ese sueño se materializó. Entre discusiones acaloradas y consensos difíciles, se aprobaron demandas históricas: la jornada laboral de ocho horas, seguros contra accidentes laborales y protecciones para mujeres y niños .
El momento más emotivo llegó con la lectura de un telegrama de Julio Antonio Mella, denunciando la prohibición del gobierno a los festejos por el barco soviético Vatslav Vorovski, anclado en Cárdenas. La protesta unánime del Congreso reflejó el antiimperialismo que ya latía en el corazón de la CNOC.
La Confederación no tuvo tregua. Machado, el “asno con garras” -como lo llamaría Rubén Martínez Villena-, vio en ella una amenaza. En 1926, Alfredo López fue secuestrado, torturado y asesinado en el Castillo de Atarés. Pero la Confederación, lejos de desaparecer, se fortaleció bajo la guía de Villena, quien redactó su programa de reivindicaciones y lideró la huelga general del 20 de marzo de 1930, un paro nacional que paralizó Cuba por 24 horas .
La represión de 1935, bajo el gobierno de Batista-Caffery-Mendieta, fue brutal. Sindicalistas fueron encarcelados o ejecutados, y la CNOC pasó a la clandestinidad. Sin embargo, desde las sombras, organizó el IV Pleno en julio de ese año, donde se ratificó la lucha contra el fascismo y la solidaridad con Etiopía y China .
En 1939, se disolvió para dar paso a la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), en un congreso donde Lázaro Peña fue elegido secretario general. “Nuestro Congreso habrá de ser la palanca que mueva las reivindicaciones de todos”, declaró Peña, heredero del espíritu unitario de López .
Hoy, a 100 años de su fundación, su sede en La Habana, es testigo silente de aquella audacia obrera que desafió dictaduras y construyó, desde la diversidad, un proyecto de justicia. Como escribió José Martí: “Unir es crear”. Y la CNOC, en su corta pero intensa existencia, fue la prueba viviente de que la unidad de los humildes puede cambiar el curso de una nación.