Esa frase ha sido inolvidable. Y en estos días, cuando después de tanto ansiar que lloviera para que los embalses de la provincia pudieran beneficiarse y así sentir alguna mejoría relacionada con el abasto de agua a los hogares, volví a tenerla presente.
Ese era un pedido a voces; y había una realidad: o llovía o no sabíamos qué iba a pasar, amén de todos los esfuerzos y medidas que a nivel de país y en el territorio se adoptan para enfrentar la sequía y atenuar el déficit de agua en los hogares.
Pero por cosas de la naturaleza, las precipitaciones tan esperadas para el mes de mayo -cuando inicia el período de lluvia- no llegaron. Solo tuvimos en Santiago de Cuba algunos aguaceros aislados en casi cinco meses, y luego, en solo 4 días, fueron intensos y prolongados como si quisiera pagarnos la deuda.
Esto indudablemente tuvo sus consecuencias: la primera y muy esperada, fue que muchos embalses de la provincia se beneficiaran y hasta comenzaran a verter. De acuerdo con información emitida por la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico, embalses como Chalons, que se encontraba a un 31,4%, y Charco Mono, fuera de servicio por estar totalmente deprimido, reportan el 100% de llenado, lo que beneficia directamente al Sistema Quintero, que abastece al 80% de la población de la ciudad de Santiago de Cuba.
Estoy consciente de que nuestro sistema de la Defensa Civil es muy eficiente, y ejemplos hay muchos, demostrado que ante situaciones de desastres han sido menos los consecuencias por las medidas adoptadas. Ahora bien, si analizamos algunos de los daños ocasionados por estas lluvias, hay que reconocer que algunos pudieron evitarse.
Me refiero a la poda adecuada de los árboles o la tala de los que pudieran ser un peligro para viviendas, transeúntes, el tendido eléctrico o telefónico; impedir que al sistema del alcantarillado lleguen desechos sólidos que obstruyen el flujo del agua; el exceso de confianza de la población y hasta la falta de información actualizada y veraz si tenemos en cuenta dos elementos: una, que la falta de fluido eléctrico afecta el acceso a los noticias de la radio y la TV.
Una mención especial merecen las indisciplinas, y que conste que mucho se alerta sobre la necesidad de no cruzar ríos crecidos, de alejarse de las zonas de los embalses…
Se precisa -por los organismos competentes- ser más rigurosos con la calidad de las construcciones, sobre todo las logradas por esfuerzo propio, en la ubicación de éstas en terrenos no adecuados, ya sea por su vulnerabilidad o por estar próximos a los ríos, que como ya sabemos, puede que en años no se desvíen de su cauce, pero en una situación como esta, en que la lluvia es abundante y continua, ocurre. Y ya ha quedado demostrado.
Hay cuestiones que son inesperadas: cuando la tierra ya está saturada, entonces ocurren las inundaciones de los campos y patios; deslizamientos de tierra…
Por eso siempre la Defensa Civil y sus Grupos de Trabajo alertan a la población y hay quienes por temor a desprenderse de sus bienes materiales, se mantienen en los lugares con peligro a sabiendas de las posibles consecuencias.
La temporada ciclónica aún no termina, y como ya sabemos los efectos del cambio climático lo mismo nos someten a lo que hemos vivido por estos días, que a lluvias en cualquier época del año.
El llamado es a la población ser disciplinada, y a los involucrados en realizar las acciones preventivas ya mencionadas, cumplir con lo establecido, no esperar la proximidad del peligro para actuar y sobre todo, ser previsores. De todos esos elementos depende la vida.