Especiales
En la labor emancipadora de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) reside uno de los ejemplos más sólidos de la transformación social impulsada por la Revolución. Con la fundación de la organización femenil, el 23 de agosto de 1860, inició la concreción de uno de los principios fundamentales del socialismo en la nación caribeña: dignificar a las mujeres ubicándolas en el centro de las políticas de desarrollo humano.
La nación cubana es pródiga de grandes valores en los que resaltan sobre todo aquellos referidos a la entrega fiel, constante y de elevada responsabilidad y humanismo de su gente.
Por el Mar de las Antillas está la Isla Mayor, Cuba, ¡cuál archipiélago se divisa como un Caimán Verde!, no violento y sí majestuoso, bañado siempre por las aguas calientes del trópico, las sacudidas huracánicas y los vientos alisios perfumados por las danzas de los corales y el azul infinito de Yemayá.
Los faros son altamente atractivos por su función, construcción, historia e importancia para la navegación aérea y marítima, lo cual despierta la curiosidad de muchos.
Ha sido una constante, desde el mismo triunfo de la Revolución cubana, que los representantes del imperio norteamericano califiquen a Fidel como un destructor.
La primera vez que escuché el nombre de Fidel Castro, tenía yo diez años de edad. Fue después del asalto al Moncada. Lo mencionó mi madre, lamentándose de los crímenes que se cometían en Santiago de Cuba contra los jóvenes asaltantes. Le pregunté quién era Fidel y por qué estaba peleando. Solo atinó a responderme que él era bueno y quería ayudar a los pobres. Aquello quedó grabado en mi mente de niño.
Se acerca el centenario del Comandante en Jefe, precisamente 98 agostos de aquel de 1926 en que el remoto y oriental paraje de Birán entregó a Cuba y al mundo un hombre verdaderamente excepcional.
“Uno es dueño de lo calla y esclavo de lo que dice”, versa un antiguo proverbio; sin embargo, en los procesos comunicativos, y aún más en los masivos, hay que hablar, y más que eso, y valga la redundancia, comunicar. Todo eso hay que hacerlo bien y, procurando ser asertivos, coherentes y honestos, evitando siempre la demagogia, un mal que ha lastrado a la política desde la Grecia clásica.
El dulzor de las cañas y los bramidos de las reses que le acompañaron en la niñez, y en parte de la adolescencia y la juventud, fueron un recuerdo recurrente en Fidel Castro Ruz. Ese mundo rural lo había vivido en Birán, donde nació. No hay duda, como ocurre en todo proceso simbiótico, que contribuyó a esculpir la osadía de quien sería el líder máximo de la Revolución que reconfiguró, definitivamente, el tablero geopolítico en el entorno americano.