Santiago de Cuba,

Más de cuatro décadas de viajes, risas y compromiso

19 May 2025 Escrito por  David Alejandro Medina Cabrales (estudiante de Periodismo) y MsC. Milagros Alonso Pérez

Entre los rostros fundacionales del Banco Popular de Ahorro (BPA), hay uno que transitó por sus calles no tras un escritorio, sino al volante. Raúl Pérez Ortega, de 65 años, jubilado pero nunca desvinculado, acumula 44 años de servicio como chofer, testigo fehaciente de la historia financiera de Cuba.

“Empecé en 1981, cuando todavía no existía el BPA. Era el Banco Nacional de Cuba”, afirmó Raúl.

Su ingreso lo debe a su hermana, quien lo llevó ante el director provincial. “Ella trabajaba allí y me dijo: “Ven, te presento”. Así comenzó todo”.

En 1983, cuando el decreto ley transformó la institución en el Banco Popular de Ahorro, él ya formaba parte de su esqueleto. “Vi nacer este banco, literalmente. Y aunque probé otros caminos -estudié en el Instituto Técnico de Finanzas, trabajé en el Partido y los CDR-, siempre volví a mi pasión: conducir”.

Pero Raúl no solo manejó vehículos. Entre las décadas de 1980 y 1990, fue pieza clave del equipo de béisbol del BPA, que llevó el nombre de la institución por estadios de Holguín, Camagüey y Granma. “Ganamos copas, subimos al Pico Turquino, a la Gran Piedra. Éramos una familia”, afirmó.

Su entrega incondicional lo hizo merecedor de la condición de Vanguardia Nacional y Provincial durante cuatro años consecutivos. “No era solo por el trabajo; era por cómo lo hacía. El banco me dio oportunidades que jamás imaginé”.

Aunque se jubiló, Pérez Ortega, sigue vinculado al BPA. “Cuando hay un problema mecánico o un viaje urgente, me llaman, ¿cómo decirles que no?, comentó. Su voz se quiebra al hablar de sus dos hijos -un músico y una trabajadora de cafetería-, pero se recompone rápido: “Ellos saben que aquí dejé mi juventud”.

Raúl no solo transportó personas y documentos; llevó consigo el espíritu de una institución que creció junto a él. “El banco era distinto antes. Menos tecnología, más contacto humano. Pero lo esencial sigue igual: servir a la gente”, reflexionó.

Hoy, mientras colabora esporádicamente, mira con orgullo los nuevos vehículos y repite, como un mantra personal: “Siempre di el kilómetro extra”. Y así fue: más de cuatro décadas de viajes, risas y compromiso, marcando el rumbo del BPA desde el asiento del conductor.

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